Pedro Sánchez
Extremismo en las instituciones
Su capacidad de convicción pierde enteros con solo enumerar la larga lista de partidos extremistas que elevaron a Sánchez a la presidencia, y que le mantienen sólidamente asentado en La Moncloa
El PSOE lo va a intentar una vez más. De hecho, Pedro Sánchez ya ha puesto en marcha la nueva tentativa: «lo que es un riesgo para Europa, no es una solución para Andalucía». En otras palabras: si en Europa se detesta a la ultraderecha, Vox no puede ser compulsado como un partido normal, ni aceptado como parte de un gobierno, sea municipal, autonómico o nacional.
El presidente tiene razón al advertir de los riesgos inherentes a la presencia de formaciones políticas extremistas en las instituciones democráticas de los países occidentales. Pero su capacidad de convicción pierde enteros con solo enumerar la larga lista de partidos extremistas que elevaron a Sánchez a la presidencia, y que le mantienen sólidamente asentado en La Moncloa, a pesar de las muchas situaciones embarazosas que provocan, y de los intereses contrarios al Estado que defienden tales formaciones políticas.
El argumento tendría una enorme consistencia si estuviera acompañado por la ejemplaridad que supondría romper con unos socios tan radicales como los suyos y buscar, como alternativa, un gran pacto de gobernabilidad con formaciones moderadas. Aun así, el relato de Sánchez podría ser exitoso entre el sector del electorado dispuesto a ver la paja en el ojo ajeno –el de la derecha–, pero ignorar la enorme viga que impide la visión del propio –el de la izquierda–.
Tanto PSOE como Podemos (recuerden la «alerta antifascista» declarada casi como si fuera una fatua) han puesto en marcha este mecanismo en todos los procesos electorales de los últimos años, pero sin el éxito que esperaban sus promotores. El último ejemplo se ha producido en Castilla y León, y los sondeos publicados hasta el momento extienden el augurio sobre resultados no muy distintos en las ya próximas elecciones autonómicas andaluzas. De confirmarse esos vaticinios, la Junta de Andalucía podría convertirse en uno más de los gobiernos infiltrados por el extremismo. De hecho, es lo más probable: si gana el PP, porque podría verse obligado a pactar con Vox; y si no suman mayoría, porque el PSOE formará gobierno con la interminable lista de divisiones y subdivisiones de la extrema izquierda andaluza. ¿Qué puede salir mal?
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