Ministerio de Igualdad

Más brecha salarial

No creo que la nueva ley vaya a fomentar el empleo femenino en en España

Hace un par de meses durante una comida de trabajo con otros periodistas me impactaron las revelaciones del director de un periódico digital que reconoció sin ruborizarse que, en su medio, a igual posición, cobran más los hombres que las mujeres. No pude contener mi sorpresa y pregunté por qué, a lo que rápidamente contestó: El mercado. Explicó (sin convencerme) que dentro de una misma categoría profesional el salario de mercado de un hombre es superior al de una mujer. Al terminar la comida no pude resistirme a comentar con otra asistente las confesiones del director digital. «Rocío, ahora nos dicen que es el mercado, antes que no estábamos preparadas...», me contestó tan frustrada como yo.

Decidí pasar página, aunque lo que más me preocupó fue pensar cuántos otros empresarios actuaban igual sin reconocerlo públicamente. Nos sorprenderíamos. La excusa del mercado en la que se parapeteaba este director no es otra cosa que el propio empleador, que pudiendo adaptar las reglas de juego para evitar estas discriminaciones por razones de género, decide mantenerlas porque le convienen.

Comparto con ustedes esta anécdota a propósito de la nueva ley de salud sexual y reproductiva aprobada por el Gobierno de coalición PSOE- Podemos. Como bien sabrán la normativa elaborada por el Ministerio de Igualdad dirigido por Irene Montero contempla bajas por periodos dolorosos severos de una duración indeterminada y a costa de la Seguridad Social. Es difícil de entender que en un mercado laboral en el que persiste una enorme brecha salarial, en el que las mujeres adultas se descuelgan para cuidar a los hijos y los mayores; en el que los salarios son tan bajos que no pueden permitirse pagar una ayuda doméstica, no se legisle para resolver estas deficiencias generales. Y, sin embargo, se regulan las excepciones. La enfermedad llamada endometriosis que produce estos dolores severos de regla afecta a un número muy reducido de mujeres. Las molestias menstruales que sufren la mayoría de trabajadoras pueden tratarse con analgésicos que no requieren de receta médica y que están al alcance de todos los bolsillos.

Sin embargo, esta ley puede servir para consolidar algunos estereotipos que contribuyen a discriminar aún más a la mujer en el mercado de trabajo. No lo digo yo, lo dice la propia ministra de Economía, Nadia Calviño. El hecho de que las mujeres puedan ausentarse todos los meses de sus puestos de trabajo durante un periodo de tiempo indefinido puede disuadir a los empresarios de contratarlas. No creo, por lo tanto, que esta medida vaya a fomentar el empleo femenino que tanto necesita España. Desde Igualdad tampoco se han preguntado por qué somos el primer país que legisla las reglas dolorosas. Quizás la razón por la que no se ha hecho en otras democracias avanzadas sea porque no quieran contribuir a reforzar el mito de la mujer como el sexo débil que necesita una legislación diferenciada. Tampoco les entusiasma la idea de que la ley pueda ser vista como un privilegio de las mujeres respecto a los hombres que dañe el sacrosanto principio de la igualdad. Por último, me pregunto si algún empresario se verá tentado a descontar preventivamente estas bajas femeninas del salario. Mejor no demos ideas.