Cultura
Canela fina | Mayorga
«Por las venas del nuevo Premio Princesa de Asturias de las Letras circula, como un torrente, la sangre del teatro»
La sangre del teatro le circula por las venas. Como un torrente. Es además filósofo y matemático. Pero la magia teatral impregna su escritura sobre todas las cosas. Tras contemplar el terrorismo y su esplendor en La paz perpetua, le dirigí una de mis «cartas boca arriba» en El Mundo y le propuse para el Valle-Inclán, el premio privado de referencia del teatro español, interrumpido por la pandemia porque se falla cara al público por el sistema Goncourt. Volverá pronto. José Luis Gómez, cumbre del teatro español, dirigió la obra. Tenía yo a Mayorga en la cabeza desde que en La Cuarta Pared estrenó Más ceniza y descubrí al genio en aquel jovencito. El Jurado del Valle-Inclán que lo premió estuvo presidido por Paco Nieva y en él votamos dos académicos más, el inolvidado Mingote y yo, así como Siles, Garrigues, Boadella, Echanove, Amestoy, Manu Llorente, Merino, Paloma Zuriaga, Villán o la sabiduría en la crítica teatral…
A Mayorga le habían antecedido en el Premio, Echanove y Angélica Liddell y le sucedieron entre otros Nuria Espert, Carmen Machi, Carlos Hipólito, Concha Velasco, Aitana Sánchez-Gijón, Caballero, del Arco…
Así es que Sánchez Ron, Luis Mateo Díez y yo presentamos a Juan Mayorga para su ingreso en la Real Academia Española. Arrolló. Los académicos tienen conciencia de lo que el teatro significa, al margen de que en Madrid acudan a sus salas todos los años un millón de espectadores más que a los estadios de los cuatro equipos de Primera División.
Tras El jardín quemado, Palabra de perro y otras obras, sobre todo La tortuga de Darwin que es la acidez y el escepticismo de Chomsky llevados a la escena, Mayorga estrenó Silencio, una pieza que hubiera interesado a Ortega y Gasset, primera inteligencia del siglo XX español. Dediqué a Mayorga mi artículo de El Cultural y le pregunté: «¿Es la muerte el silencio de Dios?».
Juan Mayorga, en fin, es el nuevo Premio Princesa de Asturias de las Letras y a mí se me vienen las palabras de Cervantes en el Quijote: «… y mirad si mandáis algo en que pueda seros de provecho; que lo haré con buen ánimo y buen talante, porque desde muchacho fui aficionado a la carátula y en mi mocedad se me iban los ojos tras la farándula».
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