Política
El «feijoonazo»
Borrado Ciudadanos del mapa y frenado Vox en seco, el reagrupamiento se ve impulsado por el aire de victoria, que parece incontenible
Lo que ha pasado en Andalucía es un adelanto de lo que va a pasar en España. Los que, después de esto, no vean que viene un cambio de ciclo, es que están ciegos o cierran los ojos a la realidad y, deslumbrados y anonadados por el histórico acontecimiento, siguen empeñados en lo indefendible. Se quedan, como principal explicación, prácticamente única, con la cara amable y el talante moderado de Juanma Moreno, el triunfador del día del Corpus. Señalas al sol y se quedan mirando el dedo. Se niegan a admitir, entre las causas profundas de lo sucedido, el fracaso definitivo del sanchismo y la importancia del «efecto Feijóo» en el vuelco político que se avecina y que ha comenzado por el Sur.
Para Pedro Sánchez lo de Andalucía es un «feijoonazo», por mucho que se empeñe en mirar para otro lado, repetir que lo sucedido allí no es extrapolable al resto de España y refugiarse en Europa, donde, a partir de ahora, tampoco estará cómodo: lo verán con cara de perdedor por más que lo disimule. Sin el relevo en la dirección del Partido Popular, no habría sido tan contundente la victoria popular. En unos pocos meses, el político gallego ha conseguido pacificar el partido, centrarlo, ampliarlo y poner los cimientos para la reunificación de todo el centro-derecha. Incluso ha incorporado una proporción no desdeñable de antiguos votantes socialistas. Borrado Ciudadanos del mapa y frenado Vox en seco, el reagrupamiento se ve impulsado por el aire de victoria, que parece incontenible. El fracaso de los nuevos partidos, también Podemos por la izquierda, hace que renazca el bipartidismo, aunque sea limitado. Y, tal como están las cosas, en esa recomposición el PP de Alberto Núñez Feijóo lleva todas las de ganar.
Feijóo sin hacer ruido le ha quitado la iniciativa política a Sánchez. Después de lo de Andalucía (donde además el presidente del PP tuvo la elegancia de no chuparle cámara a Moreno en la noche del triunfo), todos los ojos lo ven ya, fuera y dentro, como el futuro inmediato de España. Y a Pedro Sánchez, por más que renueve en septiembre el Gobierno y prescinda de sus socios de UP, que es capaz, lo contemplan ya como un político fracasado, que aprieta los dientes para llegar, arrastrándose, hasta el final de la legislatura. Me parece que, después del batacazo del PSOE en su tradicional feudo andaluz, el sanchismo no tiene más recorrido. El espantajo del miedo a Vox ya no le sirve de escudo. Y en las comunidades donde aún gobiernan los socialistas empiezan a levantar las horcas airadas contra él.
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