Irene Montero
Asaltar cielos... en Falcon
El viaje habría sido carne de cañón precisamente para demagogias como la podemita que prácticamente antes de ayer pedía que los altos cargos viajasen en Metro
A cada cual lo suyo, cuando políticos como la andaluza Teresa Rodríguez –en otro tiempo claro exponente de las marcas podemitas en la periferia– se escandalizan ante algunos trenes de vida de sus ex socios nacionales y señalan a quienes no predican precisamente con el ejemplo, difícilmente se le puede poner una sola objeción. Pocos podían imaginar cuando escuchaban, no hace tanto tiempo a los dirigentes de Podemos reafirmarse en su determinación de «asaltar los cielos», que de lo que realmente se trataba era de arramplar en lo posible y mientras el «chollo» dure, con todos los parabienes que el denostado capitalismo puede brindar a poco que se sepan tocar las teclas necesarias. Los cielos son esos ríos de leche y miel en forma de casoplones en la sierra madrileña, son chuletones de Kobe como alternativa «popular» a las taberneras carnes de la ganadería extensiva y son por supuesto hoteles de lujo y contaminantes Falcon que te llevan a Estados Unidos para hacer un poquito de turismo mientras vendes las excelencias de un ejemplar país en el que se ha conseguido que las menores de 16 años puedan abortar sin permiso de sus padres…Y si algún interlocutor despistado había interpretado que el citado asalto a los cielos tenía que ver con otra cosa digamos más pegada a la ejemplaridad, sencillamente que empiece por pedir que le devuelvan el dinero.
Al viaje oficial de la ministra de Igualdad a Norteamérica no se le puede poner ni una sola objeción en lo relativo a la ausencia de cualquier irregularidad, pero el fuste y el saber guardar las formas en política tampoco se puede dejar de lado, máxime cuando se trata, como es el caso, de dirigentes que han hecho carrera desde la oposición enarbolando banderas que, ahora sacan o guardan en el cajón a conveniencia. Irene Montero no dudaba en tirar del altamente contaminante Falcon presidencial para desplazarse a la meca del capitalismo acompañada de un nutrido grupo de asesoras y hacer turismo bien acompañado de los correspondientes «selfies» para que se les viera notablemente felices entre reunión y reunión con personalidades no precisamente de primera línea. El viaje habría sido carne de cañón precisamente para demagogias como la podemita que prácticamente antes de ayer pedía que los altos cargos viajasen en Metro, pero nada como caerse del caballo cuando se pisa la maravillosa moqueta de los asaltados cielos. Eso sí, en lo que va de año diecisiete víctimas mortales por violencia de género.
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