Podemos

Lilith nos cae mejor que ese tipo del PCE

Sí, hay que estar contra el engañabobos de la «cultura del esfuerzo»

No conozco de nada a Lilith Verstrynge y de lo poco que he leído sobre ella tengo sensaciones encontradas. Comparto su rechazo a la «cultura del esfuerzo», discurso engañabobos para la plebe, como demuestra la propia biografía de nuestra joven política, que podemos resumir en el viejo dicho de que «quien tiene padrino se bautiza». Hombre, no está mal estudiar, pagarse uno de esos máster que los progres de la Bolonia metieron a calzador en las universidades e, incluso, echarle un poco de entusiasmo a la labor, pero, en un mundo de mileuristas, de contratos precarios, que ahora se llaman fijo-discontinuos, y de ayudas sociales varias, no conviene venderles motos a los jóvenes, que la frustración suele llevar a la melancolía y te dificulta opositar a la función pública, porque de prepararse para fresador o matricero ni hablamos, que son cosas de la FP, tan antiguas. No comparto lo de que Madrid no tiene árboles, pero supongo que quería quedar bien con el auditorio progre de Barcelona y, además, soy un firme partidario de despejar las calles de acacias y plátanos, que cuesta un dinero dejar hecho un primor una fachada del siglo XIX y te la tapan los árboles. Eso, en París, no pasa. En definitiva, que la nueva secretaria de Estado para la Agenda 2030 tendrá sus tics de izquierda progre, pero, en la gestión política, le cubre el beneficio de la duda.

Sucede todo lo contrario con su antecesor en el cargo, el comunista Enrique Santiago, secretario general del PCE, del que tengo noticia que formó parte de los equipos jurídicos de las FARC colombianas, la guerrilla marxista más vieja de América, que devino en cártel del narcotráfico y que no acaba de desaparecer del todo, entre otras razones, porque la cocaína da mucha pasta. Marxista de los de Lenin, regicida freudiano y partidario del socialismo bolivariano, la pregunta que uno se hace es qué pintaba este tío al frente de la agenda 2030, que se supone que es ecologista, feminista, inclusiva, indigenista y tal. Hablamos de un señor que apoya a los tipos que más daño han hecho al medio ambiente en Colombia y Venezuela, que han contaminado los ríos con precursores químicos e hidrocarburos para refinar la coca, que han desbrozado salvajemente las selvas vírgenes en busca de oro y diamantes y que protegen, previo pago, a las mafias de la trata. Unos tipos que han caído como la peste sobre las poblaciones indígenas. No es que el PCE, diluido en múltiples siglas, tenga un futuro brillante, pero a sus dirigentes se les debería exigir un poco de coherencia. Si uno está con el proyecto bolivariano de Maduro, si se defiende al régimen comunista de Cuba o si se prefiere a los iraníes frente al modelo de la Alianza Atlántica, parece un sarcasmo estar al frente de una agenda política que pretende todo lo contrario de lo que hace esa izquierda que pierde el camuflaje en cuanto llega al poder.

No sé lo que opina Lilith de estos asuntos, pero no creo que aguantara una semana haciendo cola al sol para conseguir un cuarto de libra de harina de maíz o buscándose la vida para encontrar una conexión de internet, que es una ventana al mundo. Pero, en cualquier caso, viene de una familia culta, con posibilidades económicas y que ha invertido en la educación de su vástago. De lo que estoy seguro, es que con estos comunistas vergonzantes, como Enrique Santiago, no hay que ir ni a heredar.