Laura Borràs

Laura Borràs, la trumpista catalana

«Cuando alguien sobreactúa hasta esos extremos es que su vida está llena de falsedades y engaños»

He de reconocer que me cuesta entender qué puede pasar por la cabeza de Laura Borràs para que haya decidido convertirse en el bufón de la política catalana. Ese ridículo histrionismo encaja mal con lo que cabría esperar de alguien que ha ocupado responsabilidades institucionales. He conocido a todos los presidentes del Parlamento catalán desde Heribert Barrera hasta que llegaron los aciagos tiempos de la desmesura independentista y todos supieron mantener la dignidad del cargo. No se trata de renunciar a sus ideas, sino de entender que Cataluña es mucho más que esa desinhibición populista que caracteriza a la presidenta de JxCat. No hay más que verla y escucharla para darse cuenta de que su vida es una permanente sobreactuación. Un deseo infantil de llamar la atención. Los políticos catalanistas que conocí en aquellos años, algunos independentistas, tenían otro nivel intelectual. No se caracterizaban por su zafiedad. Era muy gratificante hablar con ellos, aunque se pudiera discrepar. Tuve la fortuna de tratar con personas de la categoría de Josep Tarradellas o Ramón Trías Fargas, que no necesitaban caer en el ridículo como Borràs.

En cierta ocasión escribí un artículo en ABC donde comentaba que Trías dejaría de ser consejero. Estaba en la redacción y sonó el teléfono. Al cogerlo escuché su inequívoca voz que me decía riendo: «Marhuenda te has equivocado. Sigo siendo consejero. ¿Te apetece que comamos juntos?». Era una persona extraordinaria, un brillante economista y tenía un gran sentido del humor. No necesitaba sobreactuar. He respetado siempre a los nacionalistas que estuvieron en el exilio o la clandestinidad, que defendían unas ideas que no comparto, pero que sabían lo que era la dignidad. Es lo que aprendí de Tarradellas. Nada se puede esperar de la expresidenta del Parlament, porque es la fiel representación del deterioro que ha tenido el nacionalismo. El pasado miércoles se celebraba el quinto aniversario del terrible atentado del 17 de octubre y Borràs decidió dar la nota. Ese deseo infantil de ser la protagonista hizo que tuviera un comportamiento deleznable. La obsesión contra España no le debería conducir a la mentira, aunque lo ha hecho con su procesamiento y temo que no sabe hacer otra cosa. Cuando alguien sobreactúa hasta esos extremos es que su vida está llena de falsedades y engaños. No les falta razón a los que la llaman la trumpista catalana.