Juan Carlos Monedero
Monedero y la justicia bolivariana
«No creen en el Derecho y la libertad, sino en la instrumentalización de los poderes del Estado»
Hace algo más de diez años conocí a Pablo Iglesias en unas circunstancias realmente curiosas. Me llamó una productora de La Sexta Noche, cuando estaba controlada por Roures y Contreras, para proponerme un cara a cara con un profesor de políticas de la Complutense y debatir sobre la situación de la universidad. El tema me pareció sugerente, hasta que me dijo que había grabado un video donde me citaba. Lo que vi fue un sujeto iracundo que me retaba a ver quién había sacado más matrículas de honor y añadía que había hecho mi carrera como profesor «lamiendo las almorranas del poder». Me pareció un sujeto disparatado. Por supuesto, le dije a la productora que no tenía el más mínimo interés. Al cabo de pocos días coincidimos en los pasillos de la televisión y se acercó para disculparse, porque ya se había enterado de que su afirmación no tenía ningún fundamento y que me había acreditado en una disciplina como Derecho Constitucional donde la izquierda tiene un enorme peso. Tras ese encuentro mantuvimos una buena relación, con profundas discrepancias políticas como todo el mundo sabe, que cambió al llegar al Gobierno y decidir que los que discrepábamos era porque queríamos derrocarle.
Desde aquel video, no ha dejado de sorprenderme esa idea de «reto» que nunca había visto en estas décadas que llevo como profesor. No conozco a nadie que haga esas cosas tan extrañas y necesite reafirmarse, porque la carrera universitaria es muy clara y tasada. Es verdad que Pablo no había conseguido ser titular, algo sorprendente cuando la izquierda radical controla su facultad, pero no le di mayor importancia hasta que esa misma bravuconería se ha repetido con su compañero Monedero. Hace unos días dije en La Sexta que «como español y como jurista prefiero que el CGPJ no esté en manos de Podemos». Es algo en lo que se podrá estar o no de acuerdo, pero lo normal sería rebatirlo sin utilizar argumentos simplones como hizo Juan Carlos Monedero. Su reacción fue decir que «como español y académico –con infinitas mejores calificaciones y obra que el director de LA RAZÓN– prefiero que el CGPJ no esté en manos del PP». Luego añadía que el PP ha sido condenado tres veces y que yo me escondo en la cloaca, un tanto excéntrico teniendo en cuenta que tengo una razonable presencia mediática. Nunca en mi vida he necesitado esconderme, algo que no le sucede a la gente que piensa como yo en los países que gobiernan los «amigos» de Podemos.
Por lo tanto, eso de hablar de calificaciones debe ser una pauta común en el mundo de Podemos. No hay duda de que esconde un complejo académico que se lo tendrían que hacer mirar. En mi vida como profesor, a lo que dedico el poco tiempo que puedo porque mi prioridad es dirigir LA RAZÓN, nadie saca a pasear el currículum. Todos conocemos la oposición y la obra que hemos realizado. No es necesario alardear. He de reconocer que siempre me produce vergüenza, no porque no me sienta muy orgulloso, cuando glosan en algún acto mi trayectoria universitaria. Me enseñaron a ser modesto y no caer en la soberbia, porque es muy mala consejera. Monedero me recuerda a un abogado que conocí y que se definía como un genio del Derecho. En cierta ocasión, Lucas Verdú, uno de los grandes constitucionalistas españoles, estaba con unos discípulos y uno de ellos le dijo: «Ha visto a este Marhuenda, el periodista, ¿no pretenderá ser catedrático?», y le respondió que «si hace las cosas bien, ¿por qué no?»
El problema de Podemos y sus ideólogos es que les gusta la justicia bolivariana, que es una actualización y tránsito a la comunista de toda la vida. No creen en el Derecho y la libertad, sino en la instrumentalización de los poderes del Estado al servicio de sus ideas revolucionarias. Le aconsejo a Monedero que vea el magnífico documental «The Trial» de Sergei Loznitsa para que refresque sus ideas y conozca mejor la «justicia» que había en la Unión Soviética. Me temo que, como seguidor de Slavoj Zizek y Alain Badiou, entre otros, debe pensar que la violencia comunista es una exageración y una necesidad en la transición al nuevo orden. Los comunistas han utilizado siempre los tribunales para imponer el Terror y controlar la sociedad. No es ninguna exageración, sino una realidad histórica. Es cierto que el comunismo ha tenido mejor «prensa» que el nazismo, el fascismo y otras formas dictatoriales, pero todos ellos son la misma expresión de la maldad humana. Centenares de millones de personas murieron en el siglo XX por culpa de los totalitarismos de distinto signo y a todos les unió la misma obsesión por controlar la Justicia.
Los planteamientos de sus modernos ideólogos se encuentran en obras como «La idea del comunismo» (Akal), que son las conferencias de 2011 lideradas por el sobrevalorado Zizek. El comunismo, al igual que cualquier totalitarismo, se alimenta de las crisis sociales y económicas, pero tras la oportunidad del 15-M y su entrada en el gobierno, la realidad es que Podemos se ha hundido y todo indica que de forma irremediable. Monedero hace como los malos estudiantes y busca excusas para justificar los fracasos. Lo tenía en más alta estima y esperaba que evolucionara a una izquierda europeísta alejada del comunismo y las tentaciones populistas del mundo bolivariano, castrista o kirchnerista. No sé cuántas matrículas de honor consiguió, lo mismo que Pablo, pero su comunismo populista me parece una regresión histórica y un esperpento. Y, aunque le duela, quiero como jurista, que es lo que soy además de periodista, que Podemos no tenga presencia en el CGPJ y no meta sus zarpas en la Justicia. Lo que sucede con sus socios en Hispanoamérica es muy preocupante y no lo quiero para España.
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