Sin Perdón

El sanchismo prepara un septiembre caliente

«Al septiembre caliente le seguirán otros muchos meses de crispación y frentismo como estrategia para mantenerse en La Moncloa»

La historia del socialismo en España nos muestra, salvo alguna excepción, que es capaz de cualquier cosa con tal de alcanzar o mantenerse en el poder. Es cierto que nunca se había llegado al extremo actual, porque han desaparecido cualquier tipo de contrapesos dentro del partido. El poder de Sánchez es omnímodo y ha conseguido configurar una casta de profesionales de la política que no tienen otra alternativa, salvo excepciones, que establecer una ciega fidelidad al líder. Virginia Barcones es un ejemplo clarificador de los mercenarios que configuran el sanchismo como los Lópeces, Conde-Pumpido y sus Mariachis, Marlaska, los lobistas como Pepe Blanco, José Miguel Contreras y Javier Curtichs y tantos otros que han abandonado el socialismo para sumarse a esta evolución que copia miméticamente a la izquierda populista y radical iberoamericana. Estamos ante un auténtico ejército de fieles que ha colonizado la Administración para ponerla al servicio del inquilino de La Moncloa. Las subsecretarías, secretarías generales, direcciones generales y las empresas públicas y participadas se han llenado de estómagos agradecidos, como Barcones, que son recompensados con cargos, sueldos y privilegios que no tendrían si no hubieran sido colocados en el sector público. Nada que ver con lo que había sucedido en anteriores gobiernos de UCD, PP y PSOE.

Una de las características del sanchismo es que no valora el mérito y la capacidad, así como el sistema de oposiciones. Por supuesto, hay gente valiosa que no ha hecho una oposición, pero el problema es que no está en este gobierno. Ha conseguido que sea una Administración que no está al servicio de los españoles, sino de los intereses ideológicos, partidistas y personales de Sánchez. Es otra anomalía que no sucede en las grandes democracias, ya que se diferencia lo que es la Administración y el Gobierno. La primera está para aplicar las directrices y el programa gubernamental, pero no se coloniza con el descaro que hemos alcanzado actualmente. Por eso, la directora general de Protección Civil, un cargo que debería estar al margen de la política partidista, refleja fielmente que la prioridad de Sánchez y sus seguidores es la supervivencia a cualquier precio. Ábalos, Cerdán y Koldo son otros ejemplos de la cantera de la que se ha nutrido el actual PSOE.

A esta pata fundamental hay que añadir todos aquellos que obtienen grandes beneficios con la continuidad como sucede con los lobistas o los que están pendientes de conseguir una sinecura, como Conde-Pumpido, que aspira a perpetuarse en el Consejo de Estado. La deleznable utilización de los incendios se suma a la Dana contra Mazón o los brutales ataques contra la pareja de Ayuso o la indignidad de culparla de las muertes en las residencias durante la covid. Es bueno que los dirigentes del PP tengan en cuenta que ahora le toca a Mañueco y Rueda, pero cualquiera de ellos es susceptible de sufrir ataques brutales por motivos estrictamente electoralistas. La obsesión por la inmigración y el antisemitismo gubernamental es fruto del deseo de ampliar la base electoral con la incorporación de nuevos votantes. Hay que partir de la idea fundamental de que la verdad y la mentira son meramente instrumentales, porque están al servicio de la continuidad de Sánchez en La Moncloa. La exacerbación del fenómeno migratorio provocando problemas con los menores o exagerando cualquier problema responde a esta estrategia. Con la incorporación de centenares de miles de nuevos votantes, los sanchistas esperan revertir su retroceso electoral. Por ello, es fundamental el papel del CIS, el control del Instituto de Estadística y la poderosa maquinaria de propaganda de La Moncloa que es recogida con incuestionable eficacia por TeleSánchez y los medios controlados, directa o indirectamente, por el sanchismo.

Sánchez necesita tapar los escándalos y los problemas judiciales que afectan a su familia, su partido y su Gobierno. Los ataques contra el Poder Judicial y el escandaloso control del Ministerio Fiscal forman parte de esa estrategia. Finalmente, está el agitar el miedo a la derecha, que es una línea de actuación que ha copiado de la izquierda iberoamericana. No hay que olvidar que tiene centenares de millones y un ejército de asesores, en este caso bien formados, para apoyar su estrategia. El incremento imparable de la deuda pública es otro mecanismo a su servicio, ya que no hay nada más comunista que constituir una sociedad subsidiada para conseguir votos. No hay nada como la paguita a final de mes. Cada vez hay más gente que vive a costa de los Presupuestos Generales del Estado, aunque no los haya presentado en lo que va de legislatura, porque es muy útil para sus objetivos.

Sánchez necesita movilizar a la izquierda y calentar la calle. No hay nada mejor que manifestaciones en contra de los presidentes autonómicos del PP, porque son recogidas con grandes titulares por los medios de comunicación del régimen. Una vez más no importa la verdad. Es bueno recordar lo que sucedió con Puigdemont o los antiguos dirigentes del aparato político y militar de ETA. El cambio de discurso del líder del PSOE es espectacular, porque pasó de demonizarlos a ponerse a su servicio. Ahora ya no quiere detener al expresidente catalán y entregarlo a la Justicia para que lo metan en la cárcel. En el caso de Bildu ya no importa ni que esté controlado por Otegi ni las víctimas de ETA, porque son votos que necesita para seguir en La Moncloa. No parará hasta destrozar a Feijóo, Ayuso, Moreno, Mañueco, Mazón… y tantos otros que son un problema para su concepción autocrática de entender la política. Otra cosa es que lo consiga. Es cierto que en el caso del líder del PP tiene el problema de que cada vez que saque la foto con Marcial Dorado le recordarán los prostíbulos y las saunas del padre de Begoña Gómez. Al septiembre caliente le seguirán otros muchos meses de crispación y frentismo como estrategia para mantenerse en La Moncloa.

Francisco Marhuenda. De la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)