Política

Virar

Y ahí el misterio: cuando el extremo es el socio obligatorio, la radicalidad es la única salida posible

Algunos se muestran escandalizados ante lo que denominan «la podemización de Sánchez». Se extrañan de que el PSOE sanchista «vire a la izquierda», en vez de centrarse. Pero…, ¿qué esperaban que hiciera? Sánchez, probablemente, ni siquiera calculó en principio tal giro a su izquierda, pero el hecho consumado de elegir a unos aliados parlamentarios que ocupan los asientos de la ultra izquierda, decidió por él su destino, que quedó sentenciado desde el Big Bang de esa moción de censura que expulsó a Rajoy del recinto sagrado de la democracia española hasta la Hora Feliz de una barra de bar. «Dime con quién andas y te diré quién eres», refrán español, cargado de sabiduría y experiencia popular (popular en el sentido de común y corriente…, no de originario del PP, claro). Nuestras relaciones decretan nuestro destino. Lo saben enchufados, hijos bien de familia mejor, beneficiarios subvencionados por afines ideológicos empoderados en ayuntamientos de generoso presupuesto «social», quienes se arriman a buen árbol buscando cobijarse bajo generosa sombra... Etc. También los científicos del comportamiento humano, quienes aseguran que, caminando con ciertas compañías, es más fácil que terminemos pareciéndonos a ellas. Mientras dura el camino, al menos. O sea: desde el momento en que se establece una alianza política con grupos (de izquierdas duras) que obligan a firmar acuerdos parlamentarios decisivos en la vida de los ciudadanos, la suerte está echada. Desde ese instante, Sánchez –o cualquiera– será percibido como escorado hacia los confines de izquierda, allí donde están sus aliados. Pactar significa comprometerse, tomar posición. Cuanto más a la izquierda, más lejos del centro: para crecer, solo se podrá virar muy a la izquierda, contando con conservar además a los votantes de siempre. Luego, si quiere atraer a esos nuevos votos, Sánchez –o cualquiera– solo podrá encontrarlos entre los votantes de sus socios (más a la izquierda que él). Por eso, su política, sus mensajes electorales, su propaganda…, irán encaminados a captar nuevos votantes muy ideologizados, extremados. Y ahí el misterio: cuando el extremo es el socio obligatorio, la radicalidad es la única salida posible.