Política
Todos quieren bajar impuestos
Los tributos sólo deben recortarse si, en paralelo, se reducen otros gastos que permitan asegurar la sostenibilidad fiscal de las cuentas públicas en el largo plazo
Nos encontramos en un momento en el que la mayoría de gobiernos nacionales y regionales están optando por combatir la inflación en parte con bajadas de impuestos.
Fuera de España, el caso reciente más sonado es el de Reino Unido, pero dentro de España cada vez son más las autonomías que apuestan por esta medida: el último en sumarse al carro ha sido Ximo Puig, presidente de la Comunidad Valenciana.
A pesar de que la medida teóricamente ataca los principios ideológicos fundacionales de su partido –bajar impuestos no es de izquierdas o, al menos, no de esta izquierda aliada a Podemos–, Puig se ha lanzado de cabeza y es bastante probable que otros dirigentes socialistas –incluso el propio Sánchez, llegado el caso– sigan su misma estela.
Bien está que cada vez más políticos abracen el discurso de rebajar impuestos, pero permítanme echar un necesario jarro de agua fría a toda esta nueva corriente partidaria de los reducciones fiscales: en términos generales, los tributos sólo deben recortarse si, en paralelo, se reducen otros gastos que permitan asegurar la sostenibilidad fiscal de las cuentas públicas en el largo plazo. Pero es que, en momentos de muy alta inflación como los actuales, resulta absolutamente imprescindible que no nos quedemos sólo en el lado del recorte impositivo sin atajar al mismo tiempo el recorte de gastos. Financiar la rebaja de impuestos con deuda supone inyectar mucho más gasto agregado a unas economías que ya están recalentadas (al menos en términos nominales) tal como nos muestra la muy alta inflación. Y más gasto es más inflación.
¿Qué gastos están planteando reducir todos aquellos que hoy, meses antes de unas elecciones municipales y autonómicas en las que se juegan su mullido sillón, se han sumado a la «moda» de bajar impuestos? Ninguno: al contrario, muchos de ellos incluso apuestan por incrementar todavía más los desembolsos de la administración. Y todo no puede ser o, al menos, no debería ser.
Acaso por todo esto –un problema que no es exclusivo de España–, el Banco Central Europeo haya tenido que salir recientemente a la palestra para alertar de que, si los gobiernos continúan comportándose de manera irresponsable, tendrán que subir mucho más los tipos de interés. No juguemos con fuego: menos impuestos y menos gastos.
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