Transexualidad

Autodeterminación

Desde su acceso al parlamentarismo, Irene se caracterizó, como algunos de sus camaradas (Echenique, Iglesias), por una retórica agresiva, plena de términos belicistas

Bien mirado, no hay nada más «trans» que la Transición. Fue precisamente entonces cuando se hizo popular el concepto «autodeterminación», que empezó a usarse para todo: autodeterminación de los pueblos, autodeterminación de género, etc.

Yo no sé si la autodeterminación es buena o mala, pero lo que resulta innegable es que consiste en algo que, por su misma definición, tiende a priorizar la voluntad propia por encima de cualquier convención colectiva. Y ahí es donde reside la principal contradicción de la izquierda en sus tratos con ella. Porque el proyecto izquierdista siempre ha sido anteponer la intervención en la vida de lo colectivo antes que la libertad del individuo. El prejifo «auto», con su importante carga de individualismo (casi narcisismo), se orienta hacia la libertad personal de una manera radical y sin términos medios. Quizá precisamente por esa discrepancia esencial de fondo con su ideario, la izquierda no halla más manera de relacionarse con ese prefijo que de una forma altisonante y grandilocuente.

De ahí tanto ruido artificial con la polémica «trans», cuando en realidad, si preguntamos a nuestro alrededor, descubriremos general consenso en que hay que dar una solución sensata de reglamentación a esa minoría de personas que se enfrenta a desventajas por ese hecho. Cabe preguntarse si la ley, de no provenir de Irene Montero, hubiera suscitado la misma controversia. Desde su acceso al parlamentarismo, Irene se caracterizó, como algunos de sus camaradas (Echenique, Iglesias), por una retórica agresiva, plena de términos belicistas. Confundían debate con combate y decían que venían al hemiciclo a combatir, hablando de «asaltar», de «rendir», uso de palabras bélicas que no deberían tener espacio en un foro donde se viene a acordar.

Si alguien se dirige a una deliberación como quien va a la guerra no se puede extrañar luego de que todos se pongan a la defensiva. Insistiremos siempre: las formas, el tono y la educación tienen al final una importancia capital en las decisiones humanas.