Tribunal Constitucional

Canela fina | El discurso de González-Trevijano

«La soberanía nacional reside en el pueblo español y todos los poderes, incluido el legislativo y el autonómico, deben respetar la Constitución»

Asistí al acto organizado por el Tribunal Constitucional porque estaba seguro de que Pedro González-Trevijano pronunciaría un relevante discurso de despedida. Y así fue. Hombre moderado y prudente, de trato sencillo con todos, ha robustecido su prestigio sobre una independencia intachable, un conocimiento jurídico de fondo y una cultura que se extiende por sectores filosóficos, literarios, históricos, científicos, artísticos y musicales. Las citas, que vertebraron su discurso, Stravinski incluido, subrayaron la calidad cultural del hombre que ha ocupado durante largos años la presidencia del Tribunal Constitucional.

«Sin el cumplimiento responsable por parte de los poderes públicos de nuestra Norma Superior, del ordenamiento jurídico y de las decisiones del TC –afirmó– no habrá democracia ni libertad ni Constitución». Todos los poderes, incluido el Congreso de los Diputados, están sujetos a lo que los ciudadanos dispusieron en la Carta Magna de 1978, porque «en España solo hay una soberanía, la soberanía nacional, la del pueblo español, expresada solemnemente el 6 de diciembre de 1978».

El órgano de garantías tiene un papel esencial para controlar el Poder Legislativo, desde el respeto al «muy amplio margen de configuración que le corresponde al legislador para dar curso a sus opciones políticas». Y con el respaldo de su prestigio indiscutido, Pedro González-Trevijano aseguró que no hay soberanías paralelas a la única que la Norma Suprema proclama: la soberanía nacional que reside en el pueblo español. Toda decisión de cualquiera de los poderes del Estado «queda, sin excepción, sujeta a la Constitución», sin que existan espacios libres o ámbitos de inmunidad frente a ella. O lo que es lo mismo: los Parlamentos autonómicos no pueden legislar contra la Constitución, porque el TC los pondrá en su sitio.

Le molesta a González-Trevijano la dicotomía entre jueces conservadores y jueces progresistas. Los jueces deben ser solo jueces que ejerzan, desde la independencia, su función. Desgraciadamente, Pedro Sánchez no lo entiende así. Ha asaltado con éxito el Tribunal Constitucional y se dispone a hacer lo mismo con el CGPJ y el entero poder judicial. Son muchos los analistas que subrayan el objetivo de una parte del entorno presidencial: liquidar la Transición, despedazar «el régimen del 78» y establecer una España sanchista.

Luis María Anson, de la Real Academia Española.