armamento

Los tanques alemanes

El canciller Scholz se resiste a ver, de nuevo, tanques alemanes avanzando hacia el Este, aunque los manejen otros

La sola mención del titular que encabeza estas palabras sitúa en el imaginario colectivo evocaciones en blanco y negro de campos de batalla embarrados o nevados, sobre los que avanzan las divisiones Panzer –las Panzerdivision– de la Wehrmacht –el Ejército alemán– en la Segunda Guerra Mundial. Está en la memoria de todos: de los franceses, que las sufrieron al inicio del conflicto, cuando fueron invadidos y ocupados por las fuerzas al mando de Hitler; de los ucranianos, que fueron los primeros soviéticos en padecer el avance alemán durante la Operación Barbarroja; y de los rusos, que las combatieron después con fiereza en el Frente Oriental, con defensas míticas como las de Leningrado, Stalingrado o Moscú, antes del colapso de la Alemania nazi. Nadie lo ha olvidado, y el canciller alemán Olaf Scholz, tampoco.

Después de protagonizar y perder dos guerras mundiales, de la división del país en la República Federal y la República Democrática, de la construcción del Muro de Berlín, y del control del país por los vencedores, Alemania vio limitadas sus capacidades militares y su participación en misiones en el exterior. Estableció un tratado de amistad con Francia, al tiempo que patrocinaba el nacimiento de la Comunidad Europea del Carbón y el Acero, que fue el germen de la actual Unión Europea. Y, tras la caída de los regímenes comunistas del Este, trató de establecer una buena relación con la Rusia postsoviética. Esa voluntad, muy evidente en el caso de Angela Merkel, se ha demostrado ingenua y naif, ante lo ocurrido en Ucrania.

Ahora, Ucrania y varios países occidentales piden a Alemania que aporte al ejército ucraniano sus sofisticados carros de combate Leopard, pero el canciller Scholz se resiste a ver, de nuevo, tanques alemanes avanzando hacia el Este, aunque los manejen otros. Y, sin duda, no quiere ver, otra vez, tanques rusos avanzando hacia territorio alemán, como ocurrió en la primavera de 1945. Aunque esta vez no serían tanques, podrían ser misiles.

El miedo es libre y el peso de la historia es mucho. Pero la gran duda a resolver es si una victoria de Vladimir Putin sería un escenario asumible.