Política

Nostalgia de Tolkien

Guste Tolkien o no, lo que cuenta es una aventura clara, con un mensaje diáfano

Desde hace muchos años reivindico la figura de J.R.R.Tolkien, con su obra, «El señor de los anillos», como representación ilustre del liberalismo en el mundo de la cultura, por su aprecio a la libertad y su recelo ante el poder –puede verse «Cultura y economía», aquí. Su versión cinematográfica respetaba en líneas generales el pensamiento del escritor inglés, su apego a las tradiciones y a la religión –fue un fervoroso católico–, y, por supuesto, el rechazo al poder, ejemplificado en el atractivo y letal anillo: «un Anillo Único para gobernarlos a todos». El héroe, que conoce bien su peligro, y por ello debe destruirlo, se llama, no por casualidad, Frodo, o sea «freedom» – «La película de la libertad», Expansión, 3 marzo 2003.

Todo lo anterior me lleva a sentir una gran nostalgia de Tolkien y sus adaptaciones fílmicas, tras una apreciable decepción después de ver la última entrega de la saga televisiva inspirada en las historias de Tolkien, «El Señor de los Anillos: los Anillos de Poder», cuya primera temporada estrenó en 2022 Amazon Prime Video.

Titus Techera, director ejecutivo de la American Cinema Foundation, auguró en «Law & Liberty» que la serie no será recordada, pero que puede lograr un efecto perdurable y devastador: «destruir la influencia de Tolkien entre los niños norteamericanos».

En efecto, se trata de una transformación de los argumentos originales para ajustarlos a los cánones del pensamiento único progresista. Se ve claramente en los matrimonios interraciales, en la presencia de personajes de raza negra, y en el omnipresente feminismo. Cabría sostener que eso, de por sí, no está mal, y, lógicamente, no lo está, pero en este caso la ideología de la corrección política arrastra la historia hacia una peligrosa confusión.

Guste Tolkien o no, lo que cuenta es una aventura clara, con un mensaje diáfano. Esto está ausente en la última versión, en donde no terminamos de entender de qué va todo. Sobresaliente en el galimatías es la nueva Galadriel, cuya furia es más obvia que su objetivo.

Veremos cómo evolucionan los acontecimientos en la segunda temporada, pero de esta primera me quedo con la inquietante cuestión que plantea Titus Techera acerca de la heroína: «En términos de Tolkien, deberíamos preguntarnos: ¿rechazaría este personaje el Anillo Único?».