La situación

Las batallas del presidente

«Los resultados de las urnas son maquillables, siempre que se esté dispuesto a pactar con cualquiera»

El presidente gana todas las batallas. La audacia que mostró hace una década para hacerse con el liderazgo del PSOE, contra todo y contra todos, ha evolucionado hacia un virtuosismo sin competidor, ni precedentes en la gestión de su tendencia a la temeridad.

Mentarle a un alemán –el líder del Partido Popular Europeo, Manfred Weber– el Tercer Reich; hacerlo en Estrasburgo –ciudad que fue alemana, entre otros periodos, precisamente durante el Tercer Reich–; y que eso ocurra en sede parlamentaria europea –donde determinados asuntos son muy sensibles– solo es propio de alguien que se considera inmune a lo que se diga y a lo que ocurra a su alrededor. Y esa impermeabilidad ha convertido a Sánchez en lo que es: presidente, al margen de las circunstancias políticas y los resultados electorales.

Mi admirado y apreciado Javier Cercas, votante socialista declarado, escribía pocas semanas después de las elecciones que «los adversarios de Pedro Sánchez han forjado una leyenda según la cual el presidente es un tipo capaz de vender a su madre a una red de explotación sexual con tal de seguir en Moncloa», al tiempo que aplicaba un criterio cargado de ética política cuando afirmaba que «es más importante el futuro de la democracia que el presente del poder». En aquel artículo, publicado en el diario El País, Cercas mostraba su esperanza de que no llegara a aprobarse una ley de amnistía.

La semana pasada, en la presentación de «Tierra firme», el libro que firma Sánchez, el presidente dijo que «la derecha ha tratado de dibujar, con esto del sanchismo, a una persona aferrada al poder, sin escrúpulos, fría… Tratan de deshumanizar al personaje».

Después, mantuvo su tesis de que ganó las elecciones del 23 de julio. Y eso a pesar de que, según nos ilustra la contumaz hemeroteca, los periódicos del día 24 aseguraban por unanimidad que Sánchez las perdió. Pero, si algo se ha podido aprender en estos años de sanchismo, es que la hemeroteca no está entre sus preocupaciones prioritarias y que los resultados de las urnas son maquillables, siempre que se esté dispuesto a pactar con cualquiera.