Las correcciones

Calores y ultras

La salida de Iván Espinosa de los Monteros de Vox es una decisión que va en la dirección correcta

En estos días de verano parece que no hay otro tema más que el calor que todo lo determina y lo condiciona. Un calor abrasador que te anula el juicio. En Alemania estos días andan preocupados por la espectacular subida de la extrema derecha. Alternativa por Alemania (AfD) se consolida como la segunda fuerza del país con un 23% de los votos, pisándoles los talones a los democristianos de la CDU con un 27%. El partido de Tino Chrupalla y Alice Weidel presentó el pasado fin de semana su programa para las elecciones europeas en el que propone desmantelar la mayoría de las instituciones comunitarias, aquellas que han garantizado la seguridad y la prosperidad de los ciudadanos europeos en las últimas décadas. AfD propugna el fin del espacio Schengen con el restablecimiento de las fronteras nacionales; el abandono de la zona euro y el regreso del marco alemán. En medio de la guerra de Ucrania, los populistas alemanes piden romper con Estados Unidos y restablecer una alianza con Rusia. «Europa debe constituir un polo propio dentro de un orden mundial multipolar y debe emanciparse de las grandes potencias. Si no lo hace, le amenaza la antipolítica y el caos», argumenta el cabeza de lista a las elecciones europeas y delegado de Bonn, Hans Neuhoff. Putin se frota las manos.

En el borrador del congreso se incluyó también la salida de Alemania de la Unión Europea, el Dexit, pero finalmente se descartó por las disfunciones que el Brexit ha provocado en la economía británica. Sí insisten en el abandono del euro e igual que Le Pen, prefieren hablar de una «comunidad económica y de intereses europeos, una federación de naciones europeas» más que de una integración regional. En sus orígenes, en 2013, AfD se conocía como «el partido de los profesores» en referencia a los docentes universitarios, de económicas y derecho, desencantados con la CDU y nostálgicos del marco alemán que, al calor de los rescates de Grecia o Portugal, pedían la salida del euro. La idea no cuajó entre el electorado. Sin embargo, la decisión de Angela Merkel de acoger a un millón de refugiados sirios en 2015 sirvió de acicate para los populistas alemanes que mutaron a un partido antiinmigración. En este último año han sabido capitalizar el malestar contra el Gobierno de Olaf Scholz por el aumento de los precios de la energía y de la cesta de la compra.

En un país que sigue traumatizado por el Nacismo y el Holocausto lo que más preocupa es cómo AfD radicaliza sus posiciones a medida que aumentan sus posibilidades de llegar al Gobierno. A diferencia de otros partidos de extrema derecha europeos como Reagrupamiento Nacional o Hermanos de Italia que suavizaron sus discursos para aumentar su atractivo entre los votantes, los populistas alemanes han optado por el camino inverso. No es un caso único. Ha ocurrido con Vox, aunque a los de Santiago Abascal sí le ha penalizado en las urnas su creciente extremismo. La salida de Iván Espinosa de los Monteros es una señal más de la deriva autoritaria que ha tomado el partido. Es una decisión que va en la dirección correcta después de que el 28-J constatase la dificultad del centro derecha de volver al poder mientras el votante conservador siga dividido. Vox ha perdido su razón de ser y su oscurantismo sólo hará que acelerar el proceso.