V de Viernes
Carreteras eléctricas
La recarga por inducción o las autopistas fotovoltaicas podrían ayudar a la implantación de los vehículos eléctricos
La apuesta por el coche eléctrico y las energías renovables evoluciona sin parar. Ahora estamos ante estudios que trabajan en el sentido de mejorar la carga de los vehículos no sólo en las electrolineras, sino también mientras circulan por calles o carreteras. En este sentido, destacan las proyecciones sobre la denominada “carga inductiva”, que permite que los carros eléctricos puedan cargar mientras ruedan. Suecia hace pruebas al respecto, y una empresa israelí está implantando sendos tramos de este tipo en Francia y en Noruega, lo que permitiría que un eléctrico debidamente modificado pueda desplazarse 100 horas seguidas recorriendo casi 2.000 kilómetros en un tramo cerrado. La “carga inductiva” funciona mediante la transferencia de energía entre la carretera y el vehículo, sin cables ni conexiones, puesto que es inalámbrica, por lo que se evitan los riesgos de descargas o daños por cables defectuosos. El coche se recarga automáticamente gracias a las bobinas enterradas bajo el pavimento, en conexión con la que lleva cada vehículo en su bastidor.
Otra opción en estudio es la de cubrir las autopistas con techos solares, que podría reducir las emisiones y mejorar la seguridad vial. Alemania, Austria y Suiza colaboran proyectos. Marsella lo estudia también, cubriendo los 26 km de autopistas urbanas que atraviesan la ciudad.
Esta idea tiene pros y contras. De una parte, se aprovecharía el terreno ya construido para generar electricidad, reduciendo las emisiones. Los techos solares, en algunas regiones con muchas precipitaciones, podrían aminorar las muertes por accidentes, al servir como protectores de la lluvia y la nieve, amén de situar infraestructura para cargar autos eléctricos e instalaciones de iluminación con LED en las carreteras, lo que evitaría accidentes por falta de visión en zonas con neblina o lluvia, etcétera. Claro que todo tendría que estar muy bien resuelto, pues de lo contrario los efectos adversos también pueden ser relevantes. Y los costes. La instalación elevada es más cara que en tierra, igual que el mantenimiento. Eso por no citar problemas añadidos que pudieran producirse: fuertes vientos, incluso huracanados, con cortocircuitos en tales casos. Las estructuras habrían de ser muy sólidas, estar bien hechas, y comprobar si en ese caso el coste compensa. Hay quien opina que sería más práctico empezar cubriendo las zonas de refugio en las autopistas, e incluso algunos embalses pequeños, de manera que evitara la evaporación. Y habría que evaluar los casos de accidentes de tráfico, pues se podría dificultar el aterrizaje de helicópteros, las evacuaciones de los accidentados, actuaciones de las grúas, etcétera.
Un rompecabezas, pero para eso están los ingenieros. Hacer un experimento como el de Marsella puede ser útil para ver pros y contras. En cualquier caso, parece mejor idea que la de cubrir zonas de cultivo o pastos para el ganado, como se hace ahora, lo que es una barbaridad.
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