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Letras líquidas

El caso del robo de cable

Encontraron el «móvil del crimen», la intención de causar el caos generalizado, en el escaso valor económico de lo robado, pero obviaron elementos comunes a otros robos de cable

Leo que «Luigi, el musical» ha agotado entradas en Nueva York para su estreno el próximo mes de junio. Quizá esto no resulte muy sorprendente, a Broadway llegan cada día espectadores de todos los rincones del mundo, ávidos de música y ritmo, y repiten el «sold out», pero si caemos en la cuenta de que Luigi es Luigi Mangione, el joven que se enfrenta a una condena de pena de muerte por el asesinato del ejecutivo de UnitedHealthcare, es posible que algo de estupor recorra nuestra mente. Mientras Mangione permanece en un penal federal de Brooklyn a la espera de la sentencia, su historia aspira a emular al mítico «Chicago», según algunos críticos, y así, a golpe de espectáculo, intenta descifrar los motivos por los que rincones, y no tanto, de las redes sociales encumbraron al supuesto asesino a una especie de héroe popular. Más allá de la fascinación por lo siniestro, de esa pasión morbosa tan extendida por el «true crime», la idea que subyace tras la osada comedia es el afán por entender la naturaleza humana y los impulsos que llevan a la comisión de delitos. Cualquier hecho que vulnera la ley, más aún los que chocan contra el Código penal, la última defensa que guarda el Derecho para la convivencia, cualquiera de estos comportamientos requiere de un acercamiento a la comprensión de las causas que lo motivan, al menos para evitar que vuelva a repetirse. Y en esas parece estar el Gobierno a cuenta de los problemas que pusieron en jaque esta semana la conexión ferroviaria entre Madrid y Andalucía. Como aspirantes a «sherlockholmesoficiales» apelaron al sabotaje como origen del colapso. Encontraron el «móvil del crimen», la intención de causar el caos generalizado, en el escaso valor económico de lo robado, pero obviaron elementos comunes a otros robos de cable de grupos organizados o las ventajas de esos hurtos de pequeñas cantidades que eluden condenas graves y, a la larga, resultan rentables. Para no equivocar el análisis, mejor esperar a que terminen las investigaciones, «misqueridoswatsons».