Literatura

Ángela Vallvey

Actual

La Razón
La RazónLa Razón

El ser humano tiene el impulso irresistible de «actualizarse», porque de alguna manera siente que así se restaura a sí mismo, que vence al tiempo. Ello lo hace ser «víctima» de la moda, o cometer el atrevimiento de augurar qué costumbres serán efímeras y cuáles están llamadas a convertirse en intemporales. El caso más flagrante –y fragante, ya que tiene que ver con el café–, de metedura de cucharilla en cuanto a pronósticos, se atribuye (probablemente de manera falsa) a la marquesa de Sévigné –la autora favorita de la abuela de Marcel Proust–, una entusiasta escritora de cartas del siglo XVII, que tuvo la osadía de augurar que Racine pasaría de moda «igual que el café». Madame era más partidaria de Corneille, y creía que Racine escribía «comedias para la Champmeslé (una actriz en boga), no para la posteridad, y mientras no deje de estar enamorado, siempre sucederá lo mismo». En cuanto al café, le vino a decir a su adorada hija, más o menos, en una de sus cartas, que era un brebaje al que no le veía ningún futuro. Si bien, la historia se encargó de contradecir el rotundo pronóstico «Racine pasará, como el café».

A veces, la moda no resulta tan pasajera como suponíamos. Hay costumbres que vienen para quedarse y, probablemente, la primera persona que tuvo la ocurrencia de taparse los pies con unos cuantos colgajos, inventando así el zapato, hubo de soportar las carcajadas de sus congéneres, que lo ridiculizarían encarnizadamente. Pero el «ande yo caliente, ríase la gente» consiguió que, de los andrajos mal atados, se llegara a la refinada y cómoda idea del zapato (por lo menos, hasta el invento del tacón de aguja).

Actualizarse, renovarse, modernizarse... también es volver la mirada al pasado. Horacio ya lo advertía: muchas cosas renacen porque han caído en desuso. En cuestión de los mencionados zapatos, por ejemplo, basta abrir una enciclopedia antigua y observar las ilustraciones de zapatos arcaicos, de otras épocas, para darse cuenta de hasta qué punto los diseñadores actuales se «inspiran» en antiguas creaciones, por no decir que las copian descaradamente. «Moda» proviene del latín «modus», modo; y moderno de «modernus», que significa «reciente, de hace poco», o sea: que un modo novedoso es lo que marca la supuesta tendencia de la modernidad, siendo la modernidad la cualidad de lo moderno. Y siendo lo moderno, muchas veces, más viejo que el toser.