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Julián García Candau

Ander Herrera, ejemplo

Alas actuaciones de los árbitros les caben múltiples veredictos. Sus decisiones, cuando son polémicas, no encuentran defensores. Una parte de esta situación está en el hecho de que es gremio que tiene suspendido un derecho constitucional. Tiene prohibida la libertad de expresión. No se les deja opinar y lo que es peor, defenderse. Culpables son ellos mismos porque han aceptado las mejoras laborales conseguidas por Sánchez Arminio, a quien tampoco eligen como ocurría hace años y, a cambio, se han cercenado el derecho del que puede gozar todo español.

En ocasiones, en los medios. se les dedica una frase que no es elogio sino todo lo contrario: «Los jugadores no le han creado problemas». Es clara definición de lo que debería ser cada encuentro y, desgraciadamente, son los futbolistas quienes ponen al árbitro entre la espada y la pared con actuaciones que se prestan a varias interpretaciones. Albert Camus, guardameta en Argel, llegó a decir que todo lo que sabía de ética lo había aprendido jugando al futbol. Quizá la única gran lección que se ha dado en muchos años en el fútbol español ha sido la confesión de parte de Ander Herrera. Al término del partido en el que su equipo, el Athletic, venció en Getafe, pidió perdón por haber intentado engañar al árbitro. Simuló penalti y el juez no cayó en la trampa.

Ander ha sido un ejemplo de la ética que deberían practicar todos los futbolistas. Desgraciadamente, son pocos los que, como Camus, la aprenden y ejemplifican en el campo.

Posdata. Amadeo Salvo, presidente del Valencia, insiste en confirmar a Djukic. Rara avis.