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Argentinadas

La Razón
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Es falso que la visita a España del presidente Mauricio Macri tenga por motivo observar los fastos de Vista Alegre II por ver si en la cazuela de Podemos flotan más las zanahorias o las cebollas. Macri no pertenece a la subespecie de los asaltacielos; es, más bien, un miniTrump, otro empresario controvertido, aficionado a las modelos, que todo lo heredó del padre con el que decidió no hablarse. Acaba de despedir a su ministro de Economía porque sin mayoría en las Cámaras las cuentas argentinas no cuadran ni a martillazos, y hasta se le sublevan, con razón, las mujeres tras los 268 feminicidios, incluido el último empalamiento con agonía de 36 horas, que ha deparado el año saliente. Un apartidista rico y conservador pudo ganar las presidenciales por la congénita división peronista (ese Movimiento en el que cabe todo), y especialmente por la tierra quemada dejada por el matrimonio Kirchner («Los Reyes Católicos») ya que la herencia recibida la denostan como excusa de mal pagador los que pierden pero la sufren los sucesores en el poder. La ex presidenta está en varias Salas de lo Criminal por saqueo del Erario, coimas monstruosas, complicidad en el asesinato de judíos a manos de la Inteligencia iraní y hasta asociación de malhechores. La pareja K se inició en la Patagonia, a resguardo de la represión militar, con un bufete para cobro de morosos sin recursos y acabó en memoria histórica de los desaparecidos, peronismo montonero y socios del socialismo del siglo XXI olvidando que lo que fundó Perón fue el fascismo criollo. Comenzaremos el año continuando el jocoso debate sobre los amores reñidos, los más queridos, entre Iglesias y Errejón en remedo históricamente muerto de los torneos entre bolcheviques y mencheviques. Ambas fuerzas están repasando el primer tercio del siglo XX, y Errejón no es el bondadoso demócrata, como Iglesias no es el guitarrero con perro, ni Monedero el único perverso de esta película. Es una historia de hipócritas tras el poder, tan pedestre que hasta cuenta con revuelo de faldas ya que las subjefas cambian de novio y de posición, y lo que comenzó en algunas televisoras acabará en la programación rosada. Es chavismo, sí, y la regeneración del cadáver comunista elaborada en el Foro de Sao Paulo, pero solo les falta Evita para completar el disolvente gangsteril peronista. Al menos Perón era nacionalista argentino.