Alfonso Ussía

«Barca»

En sus dibujos de campo abierto siempre vuela un águila. Algún psicólogo llegaría a conclusiones, como con el sol de Chumy y el perro de Xaudaró. A los trece años fuimos compañeros de pupitre. A los diez días de serlo, me había regalado una decena de dibujos en los que yo aparecía como una oveja. El mejor, y con diferencia, ilustrador de España, que cuenta con grandes y primorosos dibujantes en los periódicos. Dueño de los trazos clásicos del arte y el sentido del humor. El Rien Poortvliet español. Javier Barcáiztegui Rezola Uhagón y Lizarriturri. Donostiarra. Descendiente de Blas de Lezo. Conde de Llobregat y marqués de Tabalosos. «Barca» en su firma artística. Juan Delibes, siendo director de «Trofeo» intentó sin éxito su dedicación exclusiva al dibujo. No lo consiguió. Se hizo grande poco a poco ilustrando libros de amigos y firmando acuarelas sin destino ni venta en galerías. Quizá por ello, libre y sin agobios, se culminó a sí mismo en su arte, sin pretenderlo. Dio vida a mis personajes del marqués de Sotoancho con sus trazos, de tal modo que hoy no sabría escribir del marqués sin tenerlo en la sensibilidad por los dibujos de «Barca». En total, 17 libros me ha ilustrado, siempre en segundo plano, como pidiendo perdón por aparecer. Y algunas obras de nuestro amigo Iñigo Moreno de Arteaga, marqués de Laula en Canarias y de Laserna en la península. Sentido del humor fabuloso, por cuyas colaboraciones el «Punch» y «Le canard enchainé» se hubieran disputado su exclusiva. Me acompañó en «Sábado Gráfico», en el «colorín» dominical de ABC y en «Época». Marino de corazón. Español hasta la médula, crecido entre el mar de la bahía de la Concha y los robledales y hayedos de «Zuloaga Aundi», en Fuenterrabía, a dos pasos del Cabo Híguer, bautizado por el Conde de Motrico como la «última roca de nuestra Patria».

Javier, «Barca», sin presentarse al premio, ha sido galardonado con el «Mingote», que vuela en ABC junto al «Mariano de Cavia» y el «Luca de Tena». No entiende que se lo hayan concedido. Antonio Mingote le diría que su premio ha sido el más merecido de todos. Antonio admiraba a «Barca» y lo analizaba constantemente. «Parece un ilustrador inglés de cualquier tiempo, porque los ingleses siempre dibujan igual de bien». En 2011, sin dejar de iluminar los textos de sus amigos, publicó su primer y único libro. «Caza y Campo». Una maravilla, un derroche de estilo, gusto, dominio, humor y belleza. No lo busquen. Se agotó en una semana. He pensado en sus padres, y muy especialmente en Iñigo Barcaíztegui Uhagón, anterior conde de Llobregat, señor de Guipúzcoa, que seguía el camino inconstante de los dibujos de su hijo con una admiración profunda.

En España, la sutileza, el buen estilo, el señorío en la obra de arte, se consideran antiguos. Maravillosa antigüedad. Los premios adquieren su prestigio por quién los concede y quienes lo reciben. El primer «Mingote», premio creado por Juan Ignacio Luca de Tena, fue para Mingote, como no podía ser otra cosa. Grandes ilustradores lo han recibido, pero desde ahora también el «Mingote», que tanto agradece «Barca» es más grande gracias a «Barca». Los premios, de cuando en cuando, como en la presente ocasión, se premian a ellos mismos.

En la actualidad, Javier vive muchas más horas, afortunadamente, ante el papel, los lápices y los pinceles, que unos años atrás. Acude al campo, a sus espacios libres, lo observa como un botánico, lo retiene, lo dibuja y lo condecora con su talento. De no ser amigo de Javier, de «Barca», mi opinión sería idéntica. No he escrito un artículo para agasajar a un amigo. Lo he hecho para felicitar a un genio de la ilustración española que no comprende todavía, a estas alturas, el motivo de haber sido premiado con el «Mingote». Mingote lo sabe. Y yo.