Autonomías

Café «gourmet» y achicoria

La Razón
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La mosca tras la oreja de mucho presidente autonómico a propósito del debate sobre la búsqueda de un nuevo sistema de financiación, –dando por hecho que al actual se le da por «Kaputt»– se ha convertido en un insistente y molesto tábano. Ya nadie disimula, ni quienes propugnan un nuevo modelo cuya letra pequeña no acaban de explicar y que atienda a «especiales sensibilidades» ni quienes abiertamente, no solo avisan de que tapar la cabeza y al mismo tiempo los pies resulta en este terreno harto difícil cuando no imposible, sino que se lamentan amargamente de una discriminación que puede estar ya cuestionando aquél término tan difícil de vocalizar como bien intencionado que era el de la «solidaridad interterritorial». Para ser más exactos, la mosca convertida en molesto tábano mulero avisa de que puede pasarse del «café para todos» sencillamente a otra cosa y aquí, nadie las tiene todas consigo a la hora de contemplar el paso a un escenario de distintas velocidades en el que unos degusten el «café Gourmet» y para otros quede la achicoria.

Sin ánimo de ser agorero, la actual situación de crisis institucional y política que se vive en Cataluña y que está repercutiendo en el crecimiento económico del conjunto de la nación, a la que se suma una diabólica matemática parlamentaria en el congreso con un gobierno de exigua mayoría minoritaria arrojan pocos elementos para el optimismo cuando hablamos de cambiar algo tan sustancial como las cuentas del modelo territorial. El principio básico y originario del «café para todos» basado en un puro criterio de igualdad y solidaridad entre distintas regiones de un mismo estado parece –y esperemos que solo lo parezca– estar siendo superado por los acontecimientos del día a día en el enrevesado discurrir político. El mantenimiento de la singularidad vasca y navarra recogido en nuestra constitución y la búsqueda «sí o sí» y con independencia de lo que deparen las urnas el próximo 21 de diciembre de una salida al atolladero catalán vaticinan tiempos convulsos en la relación inter regional y de los distintos territorios con el propio estado.

El «sudoku» que se avecina no tendrá fácil solución. El jefe de la oposición y con aspiraciones a gobernar el país habla de una España «asimétrica y plural», la presidenta balear establece distingos no precisamente folklórico-culturales entre Andalucía y Cataluña o Extremadura y Baleares, los jefes de gobierno de Valencia y Asturias se rebelan contra el cupo cuya renovación ya han aprobado las cortes con la anuencia de gobierno y PSOE, el gallego Núñez Feijoo avisa que la financiación no puede verse afectada por el chantaje independentista y al mismo tiempo miles de manifestantes clamaban en Valencia contra la infrafinanciación de su comunidad, mientras que otros tantos miles de extremeños acudían a Madrid para reclamar en la España de la alta velocidad un tren que no se averíe dejándoles un día sí y otro también arrumbados en mitad del campo. La cuestión vuelve a ser de prioridades, o territorios o ciudadanos y es aquí donde va a tocar retratarse.