Reyes Monforte

Comparaciones odiosas

No hace mucho, y por motivos profesionales, fui testigo de una acalorada conversación entre familiares de víctimas de dos de las grandes infamias humanitarias cometidas durante el siglo XX. Hablaban, debatían y no lograban llegar a un acuerdo sobre qué matanza fue peor, si la realizada por el nazismo o la acometida por el estalinismo. Uno de ellos llegó a decir que durante la hambruna del terror de la década de 1930, Stalin había matado a más ucranianos que Hitler a judíos. Ninguno de los presentes sabíamos en aquel momento si el dato era cierto –lo era–, pero la sola enunciación comparativa nos sorprendió y sacudió a todos.

Les cuento esto porque no conviene mezclar las cosas ni caer en la tentación de comparar las tragedias que se cifran en vidas humanas porque corremos el riesgo de deshumanizarlas al convertirlas en meros dígitos.

No creo que sea apropiado comparar el número de abortos producidos en España con el número de muertos en las carreteras españolas. Como no creo que sea comparable esta realidad con la muerte por violencia de género. Son temas demasiado serios para caer en demagogias estériles que no aportan soluciones.

Nadie debería utilizar este drama, porque siempre es un drama especialmente para la mujer, decida o no seguir con su embarazo ante la cercanía del periodo electoral. Si deleznable es ver a los políticos utilizándolo, también lo es cuando intentan hacerlo desde otras instancias, aunque lo hagan amparados en la defensa de sus valores.

Lo único cierto es que en éste, como en todo drama humano, hay que estar del lado de las víctimas. Y siempre hay más de una. Y todas son igual de víctimas.