Reyes Monforte

El cuento ha cambiado

El cuento ha cambiado
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Es curioso. Vivimos en un país y en una época donde la libertad de acción y de movimiento es una garantía y un derecho constitucional y, sin embargo, hay cosas que siguen antojándose mal vistas para parte de la sociedad o, al menos, permanecen dentro de la compleja categoría de los tabúes. Lo vimos hace unos días, cuando supimos que algunos décimos premiados con el Gordo de la lotería de Navidad habían sido repartidos entre los clientes de un club de alterne de Quitanar de la Orden y los agraciados no estaban muy dispuestos a salir raudos y veloces a cobrarlo, quizá por timidez, vergüenza o para evitar dar unas explicaciones con las que no contaban. No faltaron mofas al respecto, muchas insistiendo en la idiosincrasia del español, cuando la verdad es que tiene más que ver con la condición humana que con la mera nacionalidad. Cómo ha cambiado el cuento: antes los españoles cruzaban la frontera para pisar tierra francesa, aunque fuera para ver El Último tango en París – o eso decían–, y ahora son los franceses los que vienen a desahogarse a España, especialmente por el endurecimiento de la legislación en materia de prostitución en Francia. En teoría cada uno puede hacer con su cuerpo lo que quiera y relajarlo de la manera que considere más apropiada. Pero eso no creo que consuele mucho a los vecinos de la Junquera que denuncian la mala imagen y el ambiente que viven por este improvisado turismo sexual. O mucho me equivoco o dudo que haya solución a esta situación a no ser que, como temen muchos, entren en escena las mafias de la prostitución, las drogas o cualquier delito que vaya contra la integridad de las personas. Pero ése sería otro cuento.

aurnum moris, uterfectum, medierv vivivivatus,