José María Marco

El nuevo tripartito

La Razón
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Los movimientos que se están produciendo en la extrema izquierda catalana, ese conjunto de siglas y movimientos tan difíciles de distinguir para el espectador no especializado, invitan a pensar que se trata de un mundo inextricable, de esos que requieren una exégesis infinita y unos hermeneutas eruditos y dedicados. No es así del todo, como demuestran algunos de los gestos que se han producido en las últimas semanas. Si en ERC se han negado a repetir lista común con los herederos de CiU es sin duda porque ven abierto para su líder el camino de la Presidencia de la Generalidad.

Si la CUP ha aceptado las elecciones, es porque considera que no puede dejar de participar en la nueva etapa que se abre a partir de la aplicación del artículo 155. Y si Ada Colau ha roto con los socialistas una vez aclarado el candidato común de la movida podemita, es porque entiende también que a partir del 21 de diciembre se abre un mundo nuevo, con alianzas inéditas.

Todos, de una forma u otra, dan por cerrado el «procés» independentista. La aplicación del 155, el pacto de los partidos nacionales y la actitud de la UE han hecho desaparecer el horizonte de una Cataluña independiente, ajena a la legalidad española y a la europea. Cataluña va a seguir siendo española durante mucho tiempo... aunque lo sea de una forma muy particular, porque la segunda conclusión de todos esos movimientos es que lo que se prepara en Cataluña es, posiblemente, un gobierno de extrema izquierda, un tripartito ERC-CUP-Podemos.

Esfumada del primer plano la utopía de la Cataluña independiente, queda con- vertirla en el territorio mágico de la utopía ultraizquierdista, con la bandera de la revancha por lo ocurrido estos días. Y una vez iniciada la ruina de Cataluña con el «procés», es posible que se acabe de arruinar el país aplicando políticas que ahuyentarán la inversión y hundirán el empleo pero, eso sí, la convertirán en un ejemplo progresista. Entre los seísmos políticos que va a traer el «procés» no va a ser este el menos llamativo. Y será digno de ver qué posición adopta el PSC de Miquel Iceta. Evitada la tentación nacionalista, habrá que ver si es capaz de resistir a la izquierdista.