Es lo que hay

Al sitio. Lo que están diciendo los tribunales es lo que los españoles tenemos dramáticamente interiorizado casi desde que disponemos de memoria. No hay diferencia entre ETA y Batasuna. Bueno, sí. En el reparto de papeles, en la división organizacional de funciones. Porque no todos ni pueden ni valen ni están para apretar el gatillo, o para doblar placas o para fabricar explosivos y manipularlos con el ánimo de matar y herir y destrozar todo cuanto se ponga por delante.

Los terroristas de cuello blanco y los que se han escondido durante décadas bajo la capucha son eso: terroristas. Por encima de cualquier otra consideración. Y han de pagar por ello. Porque están al servicio del Mal. Porque son un azote del Código Penal. Porque han peleado rabiosamente, sin desmayo y con todas sus fuerzas, para aniquilar a un cuerpo social entero y para sepultar vidas y haciendas.

El Estado de Derecho ha probado que está para lo que debe. Nadie debería actuar como si estos criminales con motivaciones políticas no hubieran hecho lo que han hecho. Nadie debería tolerar que el frente institucional de un entramado asesino se fuese de rositas. Nadie debería ver en una banda/panda de malhechores algo distinto a eso: que han acabado con la salud de miles de nuestros compatriotas: unos directamente conducidos al cementerio, otros heridos gravemente y con terribles secuelas, otros mutilados y discapacitados por el fuego y la metralla de estos bárbaros.

No hay gran diferencia entre un Ternera, un Trotiño o un Permach. Son todos elementos de un engranaje matón. Los magistrados lo han visto. Estaba cantado. Pero reconforta certificar que los mal nacidos que la hacen la pagan. Ahí estamos. Y hay tarea por delante. ¡Vamos!