Política

Alfonso Merlos

Fantochada tricolor

Fantochada tricolor
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El triunfo indiscutible de la razón, la mesura, la regeneración, el patriotismo en estado puro. ¡Por favor! Los comunistas y los limpiabotas del movimiento antisistema que están acribillando a Felipe VI por recoger de forma simple y directa el testigo de Juan Carlos I son los mismos que dan sus bendiciones a que, por ejemplo, un dictador como Raúl Castro tome el relevo de otro dictador, Fidel Castro.

Esto no es el patetismo, ni la incoherencia. Es bastante más. Tiene que ver con la falta de valores profundos y principios rectos de una izquierda atolondrada, desquiciada, pero al mismo tiempo entusiasmada e inopinadamente crecida. ¡Pobres! Creen que es imparable el ascenso del comunismo en España, que el castrismo puede ser importado con éxito, que el chavismo está llamado a convertirse en uno de los ejes que vertebren la vida pública. ¡Inaudito! ¡Abracadabrante!

¡Seamos serios! ¡Vistámonos por los pies! ¿Qué es eso de llenar plazas en España bajo la mentira y gorda de que Monarquía debe contraponerse a democracia? ¿Qué pasa de repente? ¿Han descubierto los Cayo Lara, Pablo Iglesias y demás personajes del patio rojo que el parlamentarismo, tal y como está definido en la Constitución, no es un sistema limpio, no es una forma de gobierno legal o legítima?

¿Es que no tenemos remedio? Obviamente sí. Pero para tomarnos como Dios manda el presente y el futuro de esta nación deberemos colegir que esta fantochada tricolor no conduce a ningún sitio. Es sólo ruido. Un poco de furia. Es la representación de unos ciudadanos aturdidos por el sectarismo y la ideología, confundidos en un laberinto de prejuicios y bulos. Ahí están. Nada significarán. Al tiempo.