José Antonio Álvarez Gundín

Hollande y Renzi, contra el PSOE

La principal amenaza del PSOE no es Podemos, como creen algunos dirigentes demasiado asustados para distinguir con claridad al enemigo. Que se olviden de Pablo Iglesias (incluso de los dos). El contagio letal que acecha al socialismo español es otro socialismo: el francés del presidente Hollande. Y también, en menor medida, el del italiano Matteo Renzi. Los Presupuestos que acaba de presentar el Gobierno de París es un torpedo en la línea de flotación del discurso de Pedro Sánchez. Y la reforma laboral que se proyecta en Roma, con despido libre incluido, deja en precario a quien puso al primer ministro italiano como modelo de socialdemócrata. Visto cómo se las gastan los vecinos, Montoro parece Fray Escoba y Fátima Báñez, Sor Citröen.

Del rijoso Hollande cabía sospechar, en efecto, que bajo su atildado porte de contable inofensivo se escondía un neoliberal peligroso, un emboscado que por las noches frecuentaba, amén de otros lechos, a Margaret Thatcher y sus enseñanzas de hierro. Pero de ahí a imaginar que decretaría el mayor recorte social de la V República mediaba un abismo. Para ser exactos, el abismo que se ha tragado de golpe todo cuanto pueda decir, protestar o descalificar el PSOE sobre los Presupuestos de Rajoy, que sin ser la alegría de la huerta son casi bolivarianos en comparación con los franceses. Veamos: mientras Montoro aumenta el gasto social un 3,7%, hasta el 53,9% del total (187.408 millones de euros), el bueno de Hollande le pega un tajo de 21.000 millones, de los cuales casi la mitad son en Sanidad y ayudas familiares. ¿Cómo se queda el cuerpo? Y en cuanto a las pensiones, otra piedra de escándalo para los socialistas españoles porque sólo suben un 0,25%, sus compañeros franceses no se andan con chiquitas: congelación polar. La guinda que corona esta crema chantilly es la explicación que ha dado el líder socialista francés: «No hay otra alternativa». Acabáramos, pero no estaría de más que entre él y Manuel Valls, al que tanto queremos, le explicaran a Pedro Sánchez por qué están haciendo ahora lo mismo que hizo Rajoy dos años atrás. A la terapia de grupo podía sumarse Renzi, el ídolo preferido de Ferraz, para que abriera su corazón y contara cómo vio la luz de la reforma laboral. Con lo buen chico que parece, tan jovial y dinámico, son ese elegante desenfado de camisa blanca... Ya ven, otro emboscado del thatcherismo, que empieza a asomar la patita de los recortes por debajo de la puerta. La cruel realidad es que socialista, lo que se dice socialista a carta cabal, ya sólo queda uno en Europa: Pedro Sánchez. Pero eso es porque todavía está en la oposición.