Julián Redondo

Iniesta, Balón de Oro

La final prevista y añorada en la Confecup es un Brasil-España; dos selecciones que por motivos estrictamente deportivos no coinciden en un partido oficial desde el Mundial de México'86, el del gol de Míchel que el trencilla australiano Bambridge no quiso ver y que concluyó con victoria canarinha por 1-0. Ocho años antes, en Argentina, Amaral cayó del cielo y ayudó a Cardeñosa a tatuarse una cruz en la frente para el resto de su vida, ¡pobre! En la Copa Confederaciones de 2009 (Suráfrica), Estados Unidos frustró la confrontación. Hoy, si no se produce la sorpresa habitual de cualquier torneo, ese encuentro está más cerca y podría servir de espaldarazo, uno más, al líder del nuevo orden futbolístico mundial. Sin ánimo de vender la piel del oso, en ese hipotético y deseado partido, España es favorita. Brasil no deslumbró contra Japón, Italia no machacó a México y sólo el equipo de Vicente del Bosque dio muestras de jugar contra Uruguay como un prodigioso y fascinante campeón. La base del combinado es el Barça, cuyos jugadores ya no parecen agotados físicamente ni hastiados psíquicamente, como cuando el Bayern los arrolló. En la Selección, los barcelonistas han recuperado la excelencia. Y hay uno que deslumbra como sólo los elegidos pueden hacerlo. Se trata de Iniesta. En la cuna del fútbol-espectáculo, del «jogo bonito», ofrece recitales que firmaría cualquier estrella brasileña de tiempos añejos. Iniesta descubre el cielo a los ángeles y la esencia del balompié a sus inventores, con permiso de los ingleses. Es como si enseñara a los alemanes a fabricar coches, relojes a los suizos, rascacielos a los americanos, perfumes a los franceses, risotto a los italianos, yogur a Danone y chocolate a Nestlé. Porque en la Polinesia, en Asia o en África sólo ven resúmenes de las ligas importantes y casi exclusivamente los goles de la jornada, se pierden a Iniesta, que en 2010 ya merecía el Balón de Oro, como Xavi o Casillas, y no sólo por su contribución a la conquista del Mundial. Antes ganaron una Eurocopa y después, otra. Por eso y por mucho más, Iniesta, Balón de Oro.