El desafío independentista

Jornada, ¿de reflexión?

La Razón
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Quién les iba a decir a muchos de los que contemplaban el «aquelarre» del 27 de octubre en el Parlament declarada la DUI, que hoy miércoles 20 de diciembre, día 53 desde esa declaración de una «naciente y gloriosa» futura república en lo que estaría enfrascado el pueblo catalán es en la jornada de reflexión de unas elecciones que pudo adelantar un «honorable» hoy fugado de la Justicia española y que terminó por convocarles un señor del Partido Popular. Parece que fue ayer cuando Rajoy anunciaba tras su paso por el senado previa vía libre al 155 la convocatoria de estos comicios en las jornadas más sísmicas de la política española en décadas. Pues bien, hoy toca jornada de reflexión –de miércoles que no de sábado– y como casi todo está ya más que dicho por todas las partes me centraré justamente en el carácter «reflexivo» que con la ley en la mano se impone en este día dando lugar –entiendo– a todo un anacronismo en los tiempos que ya corren.

Consciente de que las jornadas de reflexión tienen sus partidarios y sin negar que durante años han garantizado innegables ventajas, sobre todo a la hora de hacer la digestión tras un verdadero atracón de mensajes y de calmar tensiones en las horas previas al «Día D», me sitúo clara y decididamente entre quienes cuestionan la continuidad de un hábito legal sobrepasado de punta a punta por el tsunami de los nuevos tiempos. Me pregunto aquí y ahora por lo tanto, para qué sirve mandar al «rincón de pensar» durante un día a unos ciudadanos electores que, además de seguir viendo por la calle en esta víspera de cita con las urnas los anuncios obviamente no retirados pidiendo el voto, tampoco se van a sustraer ni mucho menos a unas informaciones y unas opiniones vertidas en las redes sociales y multiplicadas por miles. La respuesta es que difícilmente se le pueden poner puertas a este campo.

Seamos honestos a la hora de contemplar la realidad, la dinámica de las redes con todo lo que conlleva está pasando como un rodillo sobre la propia normativa legal en materia electoral y eso afecta ya directamente a conceptos institucionalizados desde los albores de nuestra democracia entre los que llama poderosamente la atención precisamente esta jornada de obligado retiro para darse unas «pensadas». No hay más que echar un vistazo a las cosas que han cambiado en materia de hábitos electorales tan solo en unos años. Ya no se trata de convencer a nadie en mítines al uso en plazas de toros, los espacios gratuitos en televisión casi quedan como prerrogativas testimoniales y otro tanto ocurre con los carteles en vallas callejeras y marquesinas. Todo quedará para el mismo recuerdo que aquellos «4-L» con altavoz y papeletas al viento. Hoy ya cualquiera que se considere candidato está obligado a través de las redes sociales a establecer un vínculo con sus electores potenciales del que ya no se puede zafar. Ergo, lo del día de «reflexión» igual merece una «ídem».