Reyes Monforte
La elegía de Antonio
Hay visiones que duelen. No creo exagerar si digo que nos duele ver la imagen de Antonio del Castillo personificando en piel propia la elegía a Ramón Sijé escrita por Miguel Hernández, queriendo escarbar la tierra con los dientes, apartar la tierra parte a parte a dentelladas secas y calientes, queriendo minar la tierra hasta encontrarla, desamordazarla y regresarla. Duele que esa cruel búsqueda sea la única justicia que en la tierra parezcan anhelar los padres de Marta. Duele saber que encontrar a su hija muerta es lo único que les permitirá seguir viviendo lo que no deja de ser una macabra paradoja. De las entrañas de la tierra suele nacer la vida, pero esta familia anda, al mas puro estilo hernandiano, sobre rastrojos de difuntos, buscando la prueba de la ignominia más espantosa. Al verles cómo contemplan el trabajo de las máquinas excavadoras que remueven la tierra de la finca de la Majaloba de la Rinconada, parece que están esperando a que la justicia divina remiende el fracaso de la terrenal, pero no hay frutos. Espero que los padres de Marta del Castillo ganen la guerra de la justicia, de la memoria y de la paz después de perder tantas batallas incomprensibles. Es imposible entender en su justa medida el cruel vía crucis por el que ha caminado esta familia en los últimos años. No sólo les arrebatan a una hija, sino que además deben depositar todas sus esperanzas de encontrar su cadáver en la bondad de su asesino. Unos remueven la tierra, mientras otros ni siquiera remueven su conciencia. Y eso a todos nos revuelve las tripas. No suena demasiado justo.
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