El desafío independentista

Laberinto

La Razón
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Piqué ha vestido a su hijo con la camiseta de la Selección española. Muestra su orgullo. Si a mí me pagan los que me cobran el recibo de la luz por lucir su logotipo en una gorra los denuncio, también por acoso. Piqué podría aprovechar la coyuntura y renunciar a la Roja, pero no lo hace. Es capaz de partirse la cara por los colores, de jugar contracorriente y de celebrar los goles de Morata como si los hubiera marcado él. A Piqué le gusta la Selección más que un buen charco. Prescinde del detalle, no tan nimio, de la ilegalidad del referéndum para situarse en vanguardia de la libertad de expresión, aunque pisotee la Constitución y las leyes. Y se apunta al duelo ante Albania. La falta de diálogo a su debido tiempo y la concreción de la Historia antes de la grosera manipulación son mucho más trascendentales que los matices generales o las particulares apreciaciones. Pero cuando lo uno y lo otro han sido pasados por alto, o retorcidos a gusto del consumidor, conviene cerrar el depósito de la gasolina y buscar soluciones consensuadas.

José Ramón Lete, secretario de Estado para el Deporte, deja en manos del seleccionador y de la Federación, que está más cerca que Cataluña de unas elecciones, el porvenir internacional de Piqué. El jugador se apunta, Lopetegui lo mantiene y en la RFEF no están para purgas porque, como decía Luis, no le cabe el pelo de una gamba por salva sea la parte. «Rechazamos cualquier ataque al Gobierno y a los Cuerpos de Seguridad que hacen cumplir la Ley y velan por todos, españoles y catalanes». Declaración templada de Lete. Poco después, Piqué le daba al tuit y volvía a criticar a la Policía Nacional. ¿Chico malo? ¿Patoso? ¿Revoltoso? ¿Sedicioso... con la camiseta de la Selección? Piqué en su laberinto. Que se aclare.