José María Marco

Los lunáticos de la UE

La Razón
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Aparte de una cierta demagogia rampante, de izquierdas y derechas con vocación de extremas, que se complace en la idea de que Angela Merkel ha traído a los nuevos nazis al Parlamento alemán, nadie había pensado en estas elecciones como una amenaza seria para la democracia alemana ni, por tanto, para la UE. Estamos lejos de las elecciones españolas, holandesas y francesas en las que parecía que los nacional populismos iban a dar el salto al poder y fracturar la Unión en la senda de lo ocurrido con el Brexit y, al menos en parte, con Trump.

Ha ocurrido lo contrario. Trump y el Brexit –el primero por razones simbólicas y casi estéticas, el segundo por razones prácticas que han dejado bien claro el agujero negro británico– han mostrado a los ciudadanos europeos el camino. Hay una franja lunática, más o menos importante según los países, pero la mayoría de la opinión pública se inclina por opciones razonables, sensatas, que se esfuerzan por reconciliar las instituciones nacionales con la Unión y la salvaguardia de lo propio con la necesaria apertura a la globalización, entre otras cosas porque sin mercados para la exportación y sin trabajadores inmigrantes las economías europeas se vendrán abajo.

El mayor peligro que corre ahora el equilibrio europeo se sitúa en Cataluña. Quienes se pensaban a sí mismos como los más europeos de los españoles están teniendo una conducta xenófoba y de aislamiento: una política antieuropea, como corresponde –es de manual– al nacionalismo, por mucho que aquí, y en el resto de la UE, se le haya dado al nacionalismo catalán una indulgencia plena que no debía haber obtenido nunca.

Estos mismos extremistas están impidiendo que España cumpla con su papel en el momento en que la nueva alianza entre Francia y Alemania se dispone a remodelar las instituciones y la naturaleza de la Unión. Esto, sin embargo, es lo de menos. Lo relevante es que Cataluña es el único territorio de la UE donde esa franja lunática que en el resto de Europa ha sido detenida en los márgenes se ha hecho con la representación y el liderazgo del conjunto. Los partidos nacionales españoles no tienen por tanto una responsabilidad únicamente española. También tienen una responsabilidad europea, la de evitar que los nacionalistas torpedeen la Unión.