Marta Robles

«Mamading»

Ahora que Magaluf parece buscar el freno en la legislación y que las imágenes del tristemente famoso «mamading» han hecho inevitable tomar medidas respecto a los excesos veraniegos que se cometen en la zona, conviene no ser pacato y recordar que, por más que sea bien cierto que los ingleses en aquella zona son los protagonistas de las más absurdas y repugnantes barbaridades, la nacionalidad de quienes las cometen en diversos lugares del mundo, en cuanto llega ese momento del ocio desmedido, cambia. O lo que es lo mismo, que en todas partes cuecen habas y, además, desde siempre. ¿O acaso alguien piensa que las orgías griegas y romanas de la antigüedad eran más delicadas que estas contemporáneas? Por desgracia, desde que el hombre es hombre encuentra momentos y lugares en los que dejarse llevar, hasta el punto de perderse, e incluso marca en rojo aquellos sitios en los que sabe que puede hacerlo. Porque este tipo de turismo de alcohol y sexo de Magaluf –que no es nuevo, por más que alguno lo pretenda– tiene su parangón en Ibiza, pero también en algunos pueblos de la sierra madrileña, por más que no lo protagonicen los británicos y la cosa no llegue a mayores. Lo que está claro es que existe un conflicto de intereses. Y también que hay municipios de moral más relajada que otros, donde los gobernantes evitan limitar explícitamente las atrocidades con tal de que la cuenta de resultados salde a su favor. Que el hombre se desmanda está claro, que hay que evitar que sobrepase los límites con la legislación, también...Pero ¿acaso esto no se sabía antes de que las imágenes del «mamading» circularan por el mundo?