Agustín de Grado

Paz social y negocio

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Paz social y negociolarazon

Afirma la juez Alaya que las ayudas para los desempleados fueron convertidas en un gran negocio bajo «el principio grandilocuente de la paz social». Ha dado en el clavo esta magistrada seria y tenaz, cuyo club de fans crece en toda España. La paz social. Eufemismo que los sindicatos siempre tienen en su boca como señuelo para ocultar su estrategia de chantaje permanente. O aceptas sus reivindicaciones o pierdes la «paz social». Esto es, la convivencia en el centro de trabajo y la normalidad en la calle. Pero la juez Alaya dice más del comportamiento repugnante de los sindicatos. Eran ellos quienes buscaban las empresas en crisis para que pudieran suscribir las pólizas de las aseguradoras, que, como ayer demostró LA RAZÓN, la Junta de Andalucía inflaba para pagar a todos los participantes en este negocio montado en torno al dolor ajeno. Los sindicatos eran pieza básica en este engranaje de corrupción. Aportaban la «información privilegiada», en expresión técnica de Alaya. En román paladino, se comportaban como auténticos depredadores de la crisis en una región donde el paro brutal no era contemplado como un drama, sino como una oportunidad de lucro y dividendo. A más empresas con problemas económicos, más necesidad de fondos públicos para asegurar la «paz social» y, por tanto, más negocio para todos. Más de cuatro millones habrían amasado CC OO y UGT en comisiones de algo tan alejado del sindicalismo como promover despidos colectivos. Misil de la juez Alaya sobre la línea de flotación que deber asentar la credibilidad de cualquier organización que tenga como fin la protección de los trabajadores y sus derechos. Toxo y Méndez callan. Lanzan a su tropa contra la juez: «Un nuevo ataque a la labor sindical», dicen. Pobre argumento.