El desafío independentista

Petulantes politólogos

La Razón
La RazónLa Razón

Nada sorprenden ya las maniobras de desesperada marrullería que nos están brindando los actores principales del secesionismo catalán todavía a los mandos de un tren que, aun descarrilado desde hace tiempo y sin importar la suerte del pasaje continúa engullendo «más madera» para no aminorar la marcha hacia ninguna parte o hacia un desastre que esperemos no se torne en tragedia. Sería ingenuo pensar que la maquinaria de propaganda anti estado y anti casi todo lo español engrasada y activa desde hace años iba a renquear justo en el momento en el que más se la necesita. Pero hay otro síntoma que aun conocido, no deja de mostrarse justamente ahora, en estos tiempos de decirse cosas nada bonitas a la cara como especialmente patente, indicativo y revelador ya sin tintes de disimulo y que pasar por ser –por fin las cartas sobre la mesa– ese sentimiento instalado en el nacionalismo, de una superioridad moral, cultural y de pedigrí democrático frente al resto de España que por momentos deja al desnudo verdaderos espasmos de petulancia trufada de xenofobia.

Como para muestra siempre vale un buen botón sirva como elocuente ejemplo el discurrir de la entrevista que este viernes le hacía Carlos Alsina en Onda Cero al consejero de Sanidad catalan, Toni Comin. En ella, el miembro del «Govern» se lanzaba tras la primera pregunta y a «porta gayola» no sólo a colocar el manoseado argumentario sobre la incapacidad de diálogo y de hacer politica por parte del Gobierno de un Estado con dudosas garantías democráticas, «raca raca» que ya no sorprende, sino a dar lecciones de jurisprudencia internacional, historia reciente, política y constitucionalismo, poco menos que a «estos aún no empapados plenamente de democracia y a quienes hay que explicar el verdadero arcano de la tolerancia y las libertades». El consejero por supuesto no permitía dar pie al entrevistador para, justamente hacer eso que conocemos por preguntar, no fuera a ser que periodista y oyentes se perdieran el hilo argumental de tan certera «lección magistral». «Oiga, es que yo soy “po-li-to-lo-go” recalcaba Comín, por si no se tomara buena nota del lujo brindado por la ocasión a estos periodistas y contertulios de medios de comunicación del Estado que, sin haberse sacudido el olor a ajo y grasa rancia todavía tienen mucho que aprender de democracia y libertad de expresión. Con un «ustedes» se dirigía a Alsina el consejero, convencido –y esto es lo más indicativo– de su irrefutable verdad. Una «verdad» pocas veces cuestionada por el elenco de medios de comunicación que bajo el paraguas de la Generalitat han acostumbrado a los dirigentes soberanistas a auténticas sesiones balnearias de «Spa». De ahí que todo lo demás les chirríe.

Y si no se remedia –que ya toca– en esas están... y todavía seguirán vendiendo como causa justa la utilización de niños en las escuelas... y contemplarán como normal la segregación xenofoba de las lenguas... y disfrazaran si es necesario a un militante de la CUP de casposo guardia civil para fotografiarlo...y seguirán emponzoñando vida publica e instituciones...¡ y un cuerno¡