José Antonio Álvarez Gundín

Sánchez y los pactos

De Pedro Sánchez cabe esperar la inteligencia de sacar al PSOE de la queja permanente y del griterío populista ante cada reforma de Rajoy. Rubalcaba se pasó dos años anunciando el inminente estallido social y lo único que estalló fue el PSOE. La política del «No» por sistema sólo conduce a la melancolía y ahuyenta a los ciudadanos, que esperan propuestas alternativas bien argumentadas en vez de exabruptos. Incluso reclaman pactos de largo alcance, como lo recuerdan periódicamente las encuestas del CIS. No se entiende que en Alemania, por ejemplo, conservadores y socialistas sean capaces de gobernar en coalición, mientras que en España se tenga por debilidad la mera propuesta de un acuerdo. Pedro Sánchez, que muestra hechuras de político dialogante, tiene la gran oportunidad de rescatar al partido del cortejo de plañideras en el que procesiona. Pero no ha empezado bien rompiendo el compromiso de los socialistas europeos de votar a Juncker. Mal asunto. A los españoles nos aquejan graves problemas que requieren un cierto consenso: la amenaza separatista en Cataluña, la lucha contra la corrupción, la regeneración democrática, etc. Un buen test para calibrar el talante de Sánchez es la propuesta de Rajoy para que gobierne el alcalde más votado aunque no tenga la mayoría absoluta. El objetivo es facilitar la gobernación de los ayuntamientos. Antes de rechazar la propuesta, como precipitadamente ya han hecho algunos, Sánchez debería mirarse en su propia experiencia: ha obtenido el 49% de los votos y está legitimado para liderar el partido, si bien una coalición hipotética entre Madina y Pérez Tapias sumaría mayoría absoluta y podría quitarle el cargo. Sería injusto, sin duda, pero ¿por qué lo que es legítimo en el PSOE no lo puede ser en cualquier alcaldía?