Irene Villa

Stop acoso escolar

La Razón
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Esta semana, en plena campaña contra el acoso escolar, hemos de concienciar a fondo a nuestros hijos para que denuncien cualquier atisbo de violencia en el aula, en el entorno educativo, en la redes sociales, esos tentáculos que llegan hasta lo más profundo de las emociones y de los que nadie puede escapar. El acoso cibernético no descansa, ni duerme, te atrapa en cualquier momento y no te deja espacio ni tiempo para reponerte o pedir ayuda. Ésta es una de las principales consecuencias de estar presente en las redes: estás a tiro de cualquiera. Por ello no se recomienda que los menores de 12 años tengan teléfono móvil, además existen otras consecuencias graves: el riesgo de caer en una adicción, las alteraciones del sueño, problemas de aprendizaje, incluso sedentarismo (con riesgo de favorecer la obesidad infantil). También se achaca al uso de teléfonos móviles o tablets un peligroso déficit de atención y conductas agresivas. El acoso escolar es un problema global que afecta a millones de niños y no tan niños, que ven dañada su autoestima y les cuesta un mundo levantarse, especialmente porque se ven solos ante una situación que hasta llegan a plantearte si la merecen. Los problemas físicos, mentales y académicos que supone ser víctima de acoso escolar y sus consecuencias pueden llegar a perpetuarse en el tiempo, quizá por el resto de sus vidas. Luego es responsabilidad de todos atajar este mal que fomenta precisamente las emociones más dañinas y a evitar, con las que más nos cuesta lidiar: tristeza, miedo, culpa y el peor veneno del alma: la ira. Es muy doloroso, sobre todo cuando eres madre, saber que el colegio es una jungla en la que hay que estar con mil ojos. Los padres hemos de fomentar el respeto ya que la principal causa del acoso es «por ser diferente». En el colegio comienza a perfilarse la vida social y ser agredido por tus iguales supone un gran desequilibrio que destruye factores vitales de nuestra personalidad. Parémoslo.