SuperTrump vuela bajo

La verdad es que el despegue del que iba a convertirse en el gran halcón de la política americana no termina de alzar el vuelo. Montó un gran número en el despacho oval para firmar su primer decreto, para quitar –nunca mejor dicho, de un plumazo– la ley sanitaria de Obama, al que le costó más que sangre, sudor y lágrimas sacarla adelante, al estar en minoría. Trump lo dio por hecho, se rodeó de su cuadrilla y posaron todos llenos de alborozo y desafiantes. Debieron esperar al trámite parlamentario, porque a pesar de tener la mayoría en el Congreso y Senado, su ley sanitaria no ha salido adelante y la de Obama sigue en vigor. A esto hay que añadir que el anterior presidente llegó a disfrutar en sus primeros tiempos de más de un 70 por ciento de aceptación según las encuestas y que él llegó en enero con el 40% y en este mes ha bajado a un 30%. Datos como éstos hacen pensar que no podrá convertirse en un presidente de altos vuelos. A esto hay que sumar el continuo espectáculo de la troupe familiar. Su idolatrada hija Ivanka y su familia han alquilado una magnífica mansión en Washington, naturalmente en una de las zonas mas «chic» de la ciudad, pero los vecinos están con un ataque de nervios. La enorme seguridad desplegada en la zona, con sus desfiles de coches con sirenas incluidas, han terminado con la paz que disfrutaban en el lugar. Además parece que el servicio tiene poco cuidado con las bolsas de la basura, que no arrojan a los contenedores indicados, los dejan a la entrada de la villa, dando por hecho que los servicios de limpieza se harán cargo de las citadas basuras, teniendo en cuenta que son de la princesita del presidente. He notado que la poderosa Ivanka está tan atareada que le ha faltado tiempo para redecorar la nueva casa: el dorado intenso todavía no «reluce» con destellos segadores.