César Vidal

¿También las bodas?

La Razón
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Confieso que hay cosas que suceden en España que se escapan de mi capacidad de comprensión. Capto que cuando se tiene una deuda pública de más del cien por cien del PIB, no se ha cuadrado un presupuesto en cuatro años y el déficit permanece indomable, la Agencia Tributaria se esfuerce. Pero una cosa es eso que los clásicos llamaban la diligencia del buen padre de familia y otra muy diferente la inspección creativa. Ya resulta llamativo que la Agencia Tributaria pierda más del cincuenta por ciento de las causas que llegan a los tribunales o que una de las últimas sentencias del Tribunal supremo haya dado la razón a una importante compañía automovilística a la que la Agencia Tributaria pretendía sacarle nada menos que 200 millones de euros. Con todo, una cosa es una corporación de vehículos de motor y otra, dos personas que han recibido regalos de boda. Me informan de que, desde hace un par de años, la Agencia Tributaria está exigiendo a las parejas de recién casados que paguen el impuesto de donaciones por los presentes de boda que hayan recibido. Ignoro quién habrá sido el cerebro privilegiado jurídicamente que ha ideado esta peculiar interpretación de la ley, pero las consecuencias son escalofriantes. Supongamos, por ejemplo, que los recién casados hayan percibido de amigos y parientes una cantidad inferior a los ocho mil euros. Pues Hacienda se llevará un mínimo del 7.65 por ciento de lo recibido. Si, por el contrario, se supera esa cifra, Hacienda podría reclamar hasta el 34 por ciento. Todo ello, claro está, si es que los novios conocen la chiripitiflautica interpretación y se someten a ella porque si la desconocen –como la ignoran las ciento sesenta mil parejas que se casan al año en España– aparte de la cuota impositiva tendrán que abonar intereses de mora, multa y el lucero del alba en verso. A decir verdad, suerte tendrá la hasta entonces feliz parejita si, tras recibir diez mil euros en regalos, no tiene que entregar a Hacienda una cantidad superior. Yo comprendo que las ayudas a la familia no existan prácticamente porque, como ha dicho el ministro De Guindos, España sigue sumida en la crisis. Incluso entiendo que pasarle decenas de miles de millones de euros a los sediciosos –presuntamente– que gobiernan Cataluña o abonar los emolumentos de millares de asesores que pululan por las administraciones es tarea ardua. De verdad que me hago cargo. Pero ¿es indispensable cobrar impuestos por los regalos de boda?