Selección Española

Tiernos

La Razón
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Ausencias notables, jugadores que ocupan un lugar que aún no les corresponde: inconfundible aroma a sub-21. Voluntariosos, activos, entregados; pero tiernos. Enfrente, Macedonia, algo más que una ensalada de frutas en el puesto 155 de la FIFA. El partido es oficial, a los pies de la Alhambra, y hay que ganarlo para no complicar la clasificación para el Mundial de Rusia. El ajuste de piezas es apresurado. No hay otro remedio que afinar los instrumentos durante el concierto que, por las urgencias, las bajas y la falta de tiempo para adaptar la nueva guardia, más numerosa, a los patrones de la vieja, difícilmente puede presumir de recital. Dominio, sí; ocasiones, también, nunca demasiado claras porque estos descendientes de aquel antiguo reino de Grecia ni se dejan avasallar ni reparten golosinas.

«Todos creen que tener talento es cuestión de suerte; nadie piensa que la suerte puede ser cuestión de talento», pero tuvo que marcar Velkovski en su portería para que ese don intrínseco de la Roja recibiera la justa recompensa, don Jacinto (Benavente). Después todo llegó rodado, en cascada, un gol (Vitolo) y otro (Monreal) y otro (Aduriz) en la última media hora.

Si el árbitro austriaco hubiese sido menos contemplativo con las visitas, ese área, que los macedonios convirtieron en territorio comanche con agarrones descarados en cada saque de esquina y Morata amoratado por los continuos empellones, habría sido su cementerio mucho antes de la inspiración. Cuesta a los trencillas sacar el pito, con perdón, en ese terreno pantanoso y, sin embargo, en los medios se desahogan. Lo que cuenta, no obstante, es que con una defensa nueva España no encajó y terminó por agradar y golear a un equipo que desesperó a Italia antes de vencerlo.