Joaquín Marco

Todos al centro

La Razón
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En el ámbito de la geometría el centro es aquel punto en el interior del círculo del cual equidistan todos los de la circunferencia. La palabra clave en esta precisa definición es la equidistancia, pero las ciencias matemáticas no coinciden siempre con la contradictoria actividad humana. Por ello, los politólogos no llegan a definir con claridad el significado de lo que calificamos como centro político. Con el tiempo se han ido difuminando también los términos derecha e izquierda, referidos en su origen al lugar que ocupaban los miembros de la Asamblea durante la Revolución francesa. El lenguaje se permite ambigüedades que lo alejan de la precisión, pero la palabra puede resultar precisa incluso en un contexto ambiguo, aunque pese a la indefinición términos como derecha, izquierda y centro los utilicemos con un significado común y aceptado por los hablantes. Ya Adolfo Suárez en su tiempo creó un partido, que se definió desde sus orígenes como de centro y así lo calificó: Unión de Centro Democrático. Estaba flanqueado a la derecha por una Alianza Popular (derecha), casi testimonial, que más tarde se convertiría en el PP y por una izquierda formada por un PSOE (que se presentaba por su larga historia casi como revolucionario) y un Partido Comunista que había sido, de hecho, la fuerza antifranquista más comprometida durante la dictadura. En aquel Centro de Suárez convivían varias sensibilidades y acabó disolviéndose, entre luchas internas, como un azucarillo. Pero en el imaginario político de los españoles habían calado los términos centro y centrista como fórmulas viables de un cierto entendimiento y equilibrio político. De hecho, lo que podríamos calificar como centro social deriva a grandes rasgos de la aparición y ascenso de las clases medias (otro término no menos ambiguo), que antes se situaban entre la clase obrera o campesina y quienes psicológicamente se localizaban en otra escala; de ahí que en su ámbito pudiéramos advertir desde el pequeño comerciante, el trabajador autónomo o el funcionario medio hasta los altos directivos de las grandes empresas. Por ello algunos sociólogos distinguen con acierto, aunque no sin vaguedades, entre clase media baja y alta. Queda al margen, en una superestructura dominante, quienes detentan el poder económico. Los recortes económicos y el paro han afectado a una parte de la clase media que políticamente ha abandonado su inclinación hacia una u otra de las dos formaciones políticas dominantes en los últimos años y ha optado por quienes vienen a representar un aire nuevo en el panorama político: Podemos y Ciudadanos. Pero hemos podido contemplar, tras las elecciones municipales y autonómicas, cómo ambas formaciones han servido para apuntalar, en buena medida, a las ya existentes. Dada la proximidad de las elecciones generales es probable que las contradicciones internas no lleguen a manifestarse, pero puede percibirse ya, a tan corto plazo, un cierto desencanto entre los votantes de la nueva política e incluso en las posibilidades efectivas de las asociaciones que lograron afianzarse en algunas grandes capitales. Partidos tradicionales y nuevos se han lanzado a la conquista de lo que se entiende como el centro. Allí parecen entrever el caladero de los votos que, de no producirse alguna sorpresa, han de configurar el éxito de alguna de las cuatro formaciones que han designado ya sus candidatos a las elecciones generales. Queda en suspenso lo que pueda suceder en las elecciones catalanas de septiembre y el papel que los nacionalistas puedan o quieran representar. Otras fuerzas en liza, como UPD y Unió Democràtica de Catalunya o el PNV, representan con claridad un centro que algunos calificarán también de centro-derecha. Porque el espacio, alrededor de un 35%, que ocuparían las clases medias se divide a la vez en dos mitades. El acto de presentación de la candidatura de Pedro Sánchez por el PSOE pretendió escenificar su viraje hacia el centro. El PP había aprovechado los pactos con Podemos para acusarle de radicalismo e izquierdismo, pero Sánchez se sirvió de una gran bandera y de una escenificación claramente estadounidense para tratar de combatir tales acusaciones. No se observaron, en esta ocasión, puños cerrados en alto ni otros signos, como el llamamiento a los obreros que aún campea en sus siglas. Cabe suponer que acentuar el españolismo, aunque se le añada el adjetivo federal, restará votos al PSC-PSOE o al PSV, pero los dirigentes del socialismo de Sánchez lo habrán tomado en consideración en una perspectiva general.

En buena medida una gran parte del PP se manifiesta de centro-derecha, pero la experiencia de gobernar con una mayoría absoluta en la última legislatura ha introducido en su seno una cierta incomodidad a la hora de dialogar con otras formaciones. Sus alianzas con Ciudadanos, tras las municipales, han obligado a revisar actitudes. Pero no cabe duda de que la convivencia en el centro de ambas formaciones supondrá un cambio al que cabe sumar las diferencias generacionales de sus líderes. También Podemos en sus últimos movimientos parece inclinarse hacia el centro-izquierda abandonando en parte el radicalismo que se manifestó en la campaña de las elecciones europeas. El primer signo de moderación fue su autodefinición como socialdemócrata. Construido el partido desde bases asamblearias esta definición ideológica le sitúa en un terreno de juego parecido al del PSOE, partido que había sido «de la caspa», pero con el que no han dudado en converger. Cabe preguntarse, sin embargo, si Podemos tenderá en el futuro a parecerse al PSOE y abrazará la moderación. En consecuencia, el centro político ha quedado por todo ello densamente poblado. Resta tan sólo a la izquierda una IU que podría aprovechar su casi marginalidad. Pero esta centralidad viene a coincidir con la mayor parte de formaciones europeas. Incluso Syriza, tras las agobiantes negociaciones con la ex- troika, se ha visto obligada a pactar más allá de sus líneas rojas. En el fondo, la confluencia en el centro se produce porque la socialdemocracia no logra diseñar una alternativa al capitalismo rampante. Pablo Iglesias no sólo realiza un viaje promocional por España, sino otro más profundo hacia aquel centro donde Ciudadanos se instaló desde el principio y lo define.