Francisco Marhuenda
Una decisión por el bien de la Corona
Hasta mediados del siglo XX, los hijos de los reyes ni tenían ni necesitaban otro título que su condición de infantes de España. La creación de títulos vitalicios para infantes se hizo porque sus cónyuges no podían recibir por su origen la condición de infantes de gracia, como había sucedido hasta ese momento. Tras el Príncipe de Asturias era y es la dignidad más importante porque habían nacido, además, con ella y nadie se la podía quitar. Don Carlos María Isidro de Borbón no aceptó la decisión de su hermano al derogar el auto acordado de Felipe V, conocido como la Ley Sálica, que le apartó de la sucesión de su sobrina. Tras su rebelión, la Reina Gobernadora, en su condición de Regente durante la minoría de Isabel II, sancionó la ley de 27 de octubre de 1834 por la que Don Carlos y su línea fueron excluidos de la sucesión y quedaron privados de la facultad de volver a los dominios de España, aunque en todo momento la norma le denomina como infante.
Durante la Guerra de Sucesión, el duque de Medina de Rioseco, cabeza de la familia Enríquez, apoyó al archiduque Carlos en contra de Felipe V, el rey legítimo que había sido jurado por las Cortes, y fue castigado con la pérdida del cargo hereditario de almirante de Castilla, que fue extinguido. No se hizo lo mismo, porque no se podía, con los títulos nobiliarios que ostentaba. Lo mismo sucedió con otros nobles que se rebelaron contra Felipe V. Con motivo de la Primera Guerra Carlista se excluyó de la línea sucesoria y de la condición de infantes a Miguel Evaristo de Braganza, Sebastián Gabriel de Borbón y María Teresa de Braganza. Habían sido agraciados con esa condición. Por ello, la Reina Gobernadora se la quitó con la ley de 17 de enero de 1837. Los nobles que apoyaron a Don Carlos no perdieron sus títulos y recuperaron sus bienes cuando reconocieron y juraron a Isabel II. Felipe VI ha tomado una decisión dura y difícil por el bien de la Corona, que ha sido aceptada por su hermana. Es una revocación jurídicamente impecable aunque dolorosa, pero necesitaba hacer este gesto. Don Felipe es ante todo jefe del Estado y nada le gustaría más que la exculpación de su hermana.
*Titular de la cátedra de Historia de las Instituciones (URJC) y académico correspondiente de Historia
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