Escritores
Una fiel lealtad
Recuerdo que éramos vecinos, porque tenía un piso al lado de sus padres. Veía a su familia todos los días cuando bajaba a la calle. Con José Manuel Lara siempre tuve una buena relación desde todos los puntos de vista: como editor y como amigo. Recuerdo que a veces me insistía y me decía: «Si alguna vez tienes un problema, llámame inmediatamente». Para nosotros no era únicamente un editor, también era un amigo. Desde el comienzo se manifestó como un gran defensor del libro. A partir de la herencia de su padre, recibió el imperio de la novela, pero él ha aumentado ese legado a unas dimensiones diferentes, más amplias, incluyendo a los medios de comunicación, que en estos días resultan decisivos. Ha dejado un grupo que es complejo y que juega un papel clave en la opinión española y americana. De él destacaría lo franco que era, lo abierto que se mostraba con los demás. Siempre era extraordinariamente claro y daba gusto hablar con él de negocios, porque ponía las cosas de una manera muy clara desde el principio, y hay que
destacar que siempre cumplía con su palabra. José Manuel y su padre se parecían como dos gotas de agua; su padre se hizo a sí mismo y pertenecía a la generación de grandes editores que habían nacido después de la guerra. Lara tenía una formación diferente, con una cultura más amplia y unos conoci-
mientos técnicos sobre el mundo de los negocios y la economía. Él siempre guardó una fi el lealtad con la Real Academia Española y con los amigos que le rodeaban. Era sencillo y natural, como lo había sido su padre, y extremadamente agradable. Pertenecía a esa clase de personas que resultan muy accesibles y con las cuales se podía hablar en cualquier momento. Siempre me decía: «Tú, llámame».
José Manuel Blecua
*Ex director de la Real Academia Española