José Antonio Álvarez Gundín

Y ahora, whisky para todos

La holgada victoria del sentido común sobre el delirio en Escocia viene a refrendar algunas certezas de la democracia que conviene aplicar al suflé catalán para aviso de incautos y amonestación de fulleros. La primera de todas es que ganar en la calle no presupone ganar en las urnas. El olor de multitudes, espeso y unánime, como de rebaño estabulado, poco tiene que ver con el aroma de la libertad, que siempre es individual y personal. Los separatistas escoceses se adueñaron del empedrado, pero no del corazón de la mayoría silenciosa, sin voz pero con voto, que observaba tras el visillo los desfiles triunfales. La impostura de los gloriosos movimientos nacionales, como el de Mas y Junqueras, es alistar bajo sus banderas, mediante la coacción o el ahogo social, a la gran mayoría que se refugia en la discreción.

Precisamente por ello, de la tonificante ducha escocesa de ayer se extrae otra conclusión para guía y provecho de nuestros políticos, a saber: si quieres vencer a los separadores, une tus fuerzas para dar voz a quienes no la tienen. En Escocia, gracias a la reacción coordinada a última hora de conservadores, liberales y laboristas se produjo un vuelco en las encuestas, que pronosticaban la victoria de la secesión. Si los millones de votantes silentes que son bombardeados por la propaganda nacionalista no encuentran amparo y defensa pública de sus ideas, se quedarán en casa rumiando la frustración. Pero si además los partidos constitucionales se tiran los trastos a la cabeza o coquetean con los separatistas, entonces apaga y vámonos todos juntos en pos del paraíso que prometen. El daño que está haciendo un PSC esquizoide a la credibilidad del PSOE es un torpedo contra el liderazgo de Pedro Sánchez, y esta vez no será Jorge Javier Vázquez quien le salve. Hay que agradecer a los escoceses, que empezaron a despuntar como los grandes inventores a raíz de su unión con Inglaterra (máquina de vapor, radar, teléfono, televisión, bombilla, penicilina, frigorífico, bicicleta y hasta la oveja Dolly), que también esta vez se hayan adelantado a indicado el camino del progreso. El futuro lo señala el escocés que descubrió del ADN, no el rudo y tosco «Braveheart», convertido en el reclamo agreste de los hechiceros que predican la vuelta a la tribu. Esta vez no lo han logrado, pero persistirán en el error espoleados por el «whisky para todos», versión espirituosa del español café para todos, que a partir de ayer ha empezado a despacharse en todos los pubs de la Gran Bretaña. Haber inventado la clonación animal para terminar imitando el Estado de las Autonomías de España no es para anotarlo en el currículum.