Letras líquidas

¿Cómo están «los máquinas»?

En tiempo electoral, es labor de cada uno (personal e intransferible) discernir quién es quién en la política

Mi abuela dividía a las personas en dos categorías: globos y plomos. Aquellas que mejoran a quienes tienen a su alrededor y esas otras que, a modo de lastre, hunden lo que encuentran en su entorno. Avanzar o retroceder. Crecer o recular. La mismísima historia de la humanidad concentrada y resumida en apenas dos gestos, en dos modelos diametralmente opuestos. Esta teoría me acompaña desde hace años y, créanme, resulta muy útil para tomar según qué decisiones y, sobre todo, con quién. Se la recomiendo. Curiosamente no había reparado en ella, hasta ahora, para aplicarla a la política que nos rodea. Supongo que por aquello de separar espacios, pero a la vista de los asuntos que se acumulan en la actualidad, quizá sea un medidor bastante aceptable para detectar los modos resolutivos y la capacidad de solución de problemas de los gestores públicos.

Y, con esos dos modelos, encontramos a los que son capaces de negociar, de rectificar, de abrirse al cambio o, al menos, se dan la oportunidad de repensar, mientras otros reniegan de la más mínima reflexión o autocrítica y se anclan, inflexibles, en sus férreos paradigmas. Aplíquenlo a la reforma de la ley del «solo sí es sí» o a Doñana: es válido para ambas. Y esta divergencia de estilos entronca con el fin último de la política, como elemento reparador de discrepancias y no como foco generador de conflictos: la preocupación por los intereses ajenos frente al ensimismamiento. Resulta fácil de entender entonces el éxito, por exótico en el ambiente que impera, de ese vídeo viral de David Bisbal, «¿cómo están ‘los máquinas’?», que desborda carácter globo: solo alguien a quien le interesa el otro, puede aspirar a mejorar su vida. Sea un cantante o un cargo público. Ahora, en tiempo electoral, es labor de cada uno (personal e intransferible) discernir quién es quién en la política. Aunque, en realidad, si lo reflexionamos con calma, resulta muy fácil distinguirlos.