La situación
Demasiada ideología energética
«Convirtieron su acertado criterio de promover las energías renovables en una cruzada, transformada en una obsesión»
Se cumple una semana del desastroso apagón que sufrimos el 28 de abril. El presidente del Gobierno tardó casi seis horas en comparecer, y justificó su tardanza en la ausencia de datos fiables sobre las causas del problema. Pedro Sánchez nos dijo que no se sabía por qué nos habíamos quedado sin suministro eléctrico en toda la Península. Lo que sí sabía era que el apagón no se debía a una dependencia excesiva de las energías renovables, como ya en ese momento indicaban muchos expertos. Una semana después, los expertos mantienen ese criterio. Pero no porque denuesten las renovables, sino porque consideran que el Gobierno no ha adaptado el sistema eléctrico a las características propias de las renovables, que, según quienes saben de esto, son menos estables que las energías tradicionales. Pero el presidente no acepta que se hable de las renovables, salvo para halagar sus oídos.
Pedro Sánchez hizo una apuesta acertada por las renovables, porque España no tiene recursos fósiles. Nos vemos obligados a comprar –a veces con precios muy elevados– petróleo y gas a países, en su mayoría, poco recomendables. Y, además, son energías contaminantes. Por el contrario, disfrutamos de sol y viento, que nunca se agotan. Una visión estratégica básica, hace que resulte obvia la necesidad de promover un tipo de energía que nos conceda autonomía y que, además, sea limpia. La fractura en esta decisión correcta se produce cuando se traspasa la frontera entre lo adecuado y lo ideológico. Y Moncloa atravesó esa línea fronteriza hace tiempo.
Sánchez y su ex vicepresidenta Teresa Ribera convirtieron su acertado criterio de promover las energías renovables en una cruzada, transformada en una obsesión por conseguir, en tiempo récord, que España fuera líder mundial en ese ámbito, y ahí llegó el error. Empeñados en hacer oposición a la oposición, se encelaron en cerrar centrales nucleares y en instalar paneles solares y molinos de viento a un ritmo frenético. O, dicho de otra forma, a un ritmo político y no técnico. Y no se acometió la necesaria adaptación del sistema eléctrico. Ahora habrá que hacerlo por las bravas, porque llegó el apagón.