
Sin Perdón
¿Se derrumbará Ábalos?
«Hay que aclarar que el silencio no tiene ninguna utilidad para Ábalos y sus compinches»
Tras su entrada en prisión todo el mundo se pregunta si acabará cantando. No hay duda de que sabe muchas cosas. La cuestión es si podría provocar o no la caída del Gobierno. En este aspecto me sorprende que lo desprecien calificándolo de putero, indeseable y corrupto, porque significa que no le temen. No se trataría más que de chascarrillos, anécdotas o exageraciones, pero el jefe estaría a salvo de cualquier irregularidad o corrupción. Los heraldos monclovitas defienden, por tierra, mar y aire, que se trata de unos golfos que habrían abusado de la confianza del secretario general. La realidad objetiva es que nada bueno quedará del paso de Ábalos por la política y el ministerio. Con Koldo y Cerdán se ha convertido en la imagen de los aspectos más repugnantes y reprobables del sanchismo. No sé si puede defenderse, pero su afición por las prostitutas no tiene ninguna defensa, así como las prácticas clientelares que utilizaba para financiarlas. Un día fue muy poderoso y ahora todos han renegado de él. Es un auténtico apestado, al que se puede vilipendiar, denigrar o insultar sin ningún límite.
Su familia tendrá que sufrir el estigma del parentesco. Lo que en su día podía ser un motivo de orgullo, como sucedía con Koldo y Cerdán, ahora sucede todo lo contrario. Lo que dicen en el PSOE es que eran unos caraduras que se aprovechaban de Sánchez y del partido. La izquierda política y mediática no exige ahora al inquilino de La Moncloa la responsabilidad in vigilando como hacían con Rajoy. A la que nos descuidemos dirán que era un submarino del Partido Popular. Hay que aclarar que el silencio no tiene ninguna utilidad para Ábalos y sus compinches. El único efecto que produce es que la sociedad lo acabará viendo como otro Roldán. Sánchez necesita que se mantenga en silencio, porque las andanadas que le ha lanzado demuestran que sucedieron cosas muy oscuras mientras fue su mano derecha. No es lo mismo que la corrupción fuera para beneficio propio o para el partido. Al final, el más listo ha sido Aldama que decidió colaborar con la Justicia tras su paso por la cárcel. Me imagino que vio la luz y recordó la ingratitud de los políticos. Por ello, está libre y recibirá un trato más favorable.
Francisco Marhuenda. De la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)
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